Todos los tiempos de Fidel

Viviendo en un mundo aparte, enceguecido para no verse obligado a escoger por qué apostar, deambula, tal vez, algún joven, indiferente a su entorno. 

Los que sacan cuentas de sus acciones, los que son campo fértil para la mezquindad, los que por moda quieren llevar al paredón a los que fecundan, los que tienen el ideal trunco, huérfanos de razón, desafortunadamente, también existen.

Por suerte hay otros que desandan los días, y se abrazan, dignos, al deber de su tiempo, haciendo uso de una conciencia que les exige escudriñar la historia, y decidir, con toda firmeza, dónde militan y siembran las mejores semillas.  Esos ponen el pecho a la adversidad, el brazo en el surco, la vida en la Zona Roja –y no solo en la asociada a la pandemia–. Esos pretenden fundar.  

Bien saben de otro joven que no envejeció con el paso de los años, que vivió con la «convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas»; que confió en la valía de las nuevas ideas, en la capacidad de las generaciones que despuntan. Bien conocen a aquel que en la flor de su juventud decidió cambiar un país, extirpándole las cenizas vergonzosas de un sistema sin justicia social.

A Fidel, que en cada oportunidad les pedía a los más jóvenes que aprendiesen a ser revolucionarios por sí mismos, que desarrollasen plenamente su pensamiento, habrá que volver hoy, cuando se celebra el Día Internacional de la Juventud.

En él es inagotable el caudal del bien. Beber de su pensamiento, cuando la humanidad procura sobreponerse a una crisis no solo sanitaria y económica, sino también de principios, es garantía para no torcer el camino.

Sabidas son su genialidad, sus búsquedas para unir y construir, su permanente batalla por la dignidad del hombre. ¿Qué mejor inspiración que su figura para los jóvenes negados a integrar la maquinaria demoledora del mundo?

No hay rumbo más acertado que el que trazó el Comandante en Jefe para transitar con hidalguía sus días, como no hay en los que corren mejor ejemplo que su probada coherencia entre el decir y el hacer. Los jóvenes no lo desconocen. Fidel camina con ellos.

Tomado de Cubadebate

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