Diamantes de laboratorio vs. naturales, apuntes tras la controversia (+Fotos)

Luanda.- Un informe de Bloomberg publicado este año refiere que la popularidad de los diamantes cultivados en laboratorio afecta al mercado de los diamantes en bruto, realidad distante para muchos bolsillos, pero importante para la economía de Angola.

Por Karina Marrón González

Corresponsal en Angola

El país africano tiene en la industria extractiva de hidrocarburos y minerales la fuente principal de sus ingresos, de ahí que cualquier fluctuación en torno a los precios y las tendencias constituya un asunto a atender.

Pero qué son los diamantes sintéticos o de laboratorio; cómo están impactando en los países productores de piedras naturales, y cuáles son las estrategias a seguir frente a ese fenómeno, fueron algunas de las interrogantes que Prensa Latina formuló a un experto angoleño.

“El diamante sintético existe hace tiempo, pero en los últimos años ha crecido su producción en los laboratorios, usando sistemas de energía”, comentó el coordinador ejecutivo de la Comisión Nacional para el Proceso Kimberley, Estanislau Buio.

A ello se añade la creación de un mercado de consumidores “que pretende comprar un anhelo y compra entonces este tipo de diamante a un precio más barato que el natural”, añadió.

EL ORIGEN

Los diamantes son considerados la forma más dura y estable de carbono puro natural y su proceso de formación geológica ocurre cuando se somete a altas temperaturas y presiones durante miles de millones de años dentro del manto terrestre.

Esto ocurre entre los 140 y 190 kilómetros de profundidad, pero el paso del tiempo y situaciones como las erupciones volcánicas traen a la superficie grandes trozos de roca donde están incrustados estos cristales.

La propia manera en la que crecen marca el hecho de que no haya dos diamantes iguales, pues sus diferencias en tamaño, color y claridad son causadas por minerales traza y otras condiciones durante su conformación.

En tanto, los diamantes creados en laboratorio son química y físicamente idénticos a los generados en los procesos geológicos naturales, debido a que se cultivan en condiciones de alta presión y temperatura que reproducen el entorno de su crecimiento en la tierra.

Son diamantes verdaderos, pues tienen la misma composición química, estructura cristalina, propiedades ópticas y físicas que los hallados en la naturaleza y exhiben el mismo brillo.

Hasta el momento existen dos maneras de obtenerlos, mediante mecanismos de alta presión y temperatura (HPHT) o por deposición química de vapor (CVD). En cualquier caso, son considerados diamantes reales y no es posible encontrar diferencias visibles a simple vista con los geológicos, a menos que se trate de un gemólogo experto; la única diferencia entre ambos es su origen.

BIENVENIDOS AL MERCADO

Precisamente por esas características, la fabricación más rápida, y porque con el paso del tiempo el costo de producción ha disminuido, con reflejo en el precio final, el sector experimenta un crecimiento que encendió las alarmas de los países productores como Angola.

Solo como dato ilustrativo, de 2016 al 2023 el precio promedio de un diamante cultivado en laboratorio de 1,5 quilates disminuyó más del 74 por ciento.

Incluso gigantes dentro del sector, como la multinacional De Beers, en junio de este año cobró alrededor de mil 400 dólares por quilate, mientras al mes siguiente esa cifra cayó a 850 dólares, según publicó Business Insider México el pasado septiembre.

“Hoy no es posible luchar contra el diamante sintético, lo que es preciso convivir”, explicó a Prensa Latina el coordinador de la comisión angoleña del Proceso Kimberley (PK), un mecanismo de concertación para la certificación del origen de los diamantes brutos.

Establecido por la Resolución 55/56 de 2000 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en él están involucrados los países productores y consumidores, para garantizar que los diamantes en bruto comercializados en el mercado proceden de zonas libres de conflictos.

Actualmente el PK tiene numerosas líneas de trabajo, entre ellas, esta necesaria coexistencia.

“Nosotros a nivel del Proceso Kimberley trabajamos con todas las partes interesadas en el asunto, creamos un código de armonización que distingue los diamantes de laboratorio de los diamantes naturales. Esa distinción debe ser extensiva a la comercialización”, apuntó Buio.

Sin embargo, la venta a los consumidores no siempre funciona de manera transparente, consideró el experto, pues en su opinión se alienta una publicidad engañosa que por un lado promueve como exactamente iguales a ambas piedras y por otro desacredita la producción de los geológicos.

“Independientemente de las propiedades químicas y la dureza que tengan, la formación geológica de las piedras naturales las distingue”, subrayó Buio y destacó que se trata de un recurso finito.

A esto añadió que aún no se sabe “cuáles serán los efectos colaterales que podrán crear los diamantes sintéticos a los propios consumidores”.

En tal sentido, llama la atención que las inclusiones metálicas en los diamantes de laboratorio HPHT pueden crear piedras magnéticas, mientras que los naturales no lo son.

MOSTRAR UN NUEVO ROSTRO

El coordinador angoleño abordó además la labor de los países africanos productores para cambiar la retórica sobre la obtención de diamantes naturales, que apunta a las afectaciones ambientales y el uso de mano de obra infantil.

“Este es un discurso para que los llamados consumidores del milenio se adhieran al diamante sintético, que es barato”, opinó. Y ciertamente, la promoción de las piedras de laboratorio enfatiza en su fabricación sostenible, aunque para crearlas se necesite gran cantidad de energía, la cual muchas veces no proviene de fuentes renovables.

“Nosotros continuamos defendiendo nuestra producción. Casi el 70 por ciento de los diamantes del mundo sale de África y pensamos que debemos continuar trabajando en materia de marketing”, remarcó Buio.

Al respecto comentó que deben divulgar más las ventajas que crea la industria para los países productores en términos sociales, por el número de personas empleadas directa o indirectamente, y el aporte que hacen a las economías y perspectivas de desarrollo.

Agregó que conjuntamente deben continuar con la exigencia a los fabricantes y comerciantes de piedras de laboratorio para que sean honestos en la venta y el cliente sepa lo que está comprando, que usen el código que fue aprobado en el Proceso Kimberley.

“El mayor consumidor de diamantes en el mundo es Estados Unidos, seguido por China y la India, todos son miembros del PK, por eso es que enfatizamos que el código de armonización sea implementado a partir de la propia producción, porque esos países son igualmente los principales productores de diamantes sintéticos”, acotó.

Enfatizó en la importancia de la India, uno de los mayores centros de lapidación de piedras y fabricación de joyas a nivel mundial, de manera que es un sitio que decide en que salgan al mercado debidamente identificadas.

LA CITA EN ZIMBABWE

Estos y otros asuntos serán abordados en la plenaria del Proceso Kimberley, a celebrarse en Victoria Falls, Zimbabwe, del 6 al 10 de noviembre, y donde se espera la presencia de representantes de 85 países.

Le anteceden a la cita una reunión celebrada el pasado octubre en Luanda, por los grupos y subgrupos de trabajo del Comité Ad-Hoc para la Revisión y Reforma de ese sistema.

Sobre lo que abordarán en materia de diamantes de laboratorio vs. naturales, el coordinador angoleño solo apuntó que existe un Grupo de Trabajo de Expertos en Diamantes que laboró en la armonización de los códigos para las transacciones diamantíferas, creando la modalidad para diferenciarlos a partir de sistemas de “huellas digitales”.

Se trata de perfeccionar los mecanismos existentes para evitar que las piedras de laboratorio sean confundidas con las naturales, significó.

Puntualizó además que un subgrupo trabaja en la asistencia técnica y desarrollo de las comunidades adyacentes a la producción, con el objetivo de que todas las empresas, grandes o pequeñas, tengan esa responsabilidad social.

“El PK impulsa que además de tener un contrato de producción tengan un contrato social que permita crear condiciones para que las poblaciones no sufran dificultades; igualmente discutiremos cómo mejorar esa asistencia técnica”, detalló.

Recordó que en el sistema están integrados tres pilares: Gobierno, industria y sociedad civil, por lo que en la misma mesa discuten cuál es la mejor forma de ayudar a las comunidades.

Esta es una arista fundamental, pues las condiciones de pobreza de los enclaves mineros contrastan con los millones que danzan en las ventas de estas lujosas piedras.

La caída en la demanda de diamantes naturales es una realidad que deberá confirmarse aún como una tendencia a largo plazo o solo como el resultado de la crisis económica internacional.

Pero mientras muchos se adhieren al criterio de que la finitud y rareza de los diamantes naturales los mantendrá posicionados en el mercado, conviene a los países productores exigir la cuota que les corresponde y volcarlas en el bien mayor de cualquier nación: su gente.

Tomado de Prensa Latina

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