EDITORIAL
Cuando todavía resuenan las voces que en el Parlamento cubano expusieron, destacaron o exigieron formas y estrategias para hacer de Cuba un país cada vez mejor en la economía y la sociedad arribamos al aniversario 70 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes amparados en la convicción fidelista de «jamás rendirnos por grandes que sean las dificultades y los retos a vencer».
Sin duda alguna fueron la confianza en la victoria, el compromiso con la patria y el respaldo infinito al liderazgo de Fidel las premisas que acompañaron a los jóvenes de la Generación del Centenario en la heroica acción del 26 de julio de 1953, en las ciudades de Santiago de Cuba y de Bayamo.
Era la mañana de la Santa Ana, y fue aquella acción temeraria una clarinada para despertar al pueblo del letargo, arrancarlo del yugo de la tiranía batistiana, y señalar el camino hacia la independencia, la soberanía y la justicia social, negadas durante siglos de coloniaje y décadas de intervenciones y dominio imperialista sobre la vida política, las riquezas naturales y la voluntad de los cubanos.
Pese a la determinación y valentía de aquellos muchachos, el objetivo supremo de tomar la segunda fortaleza militar del país fracasó en aquel momento; el odio y la sed de venganza de la jauría asesina alimentada por Fulgencio Batista arrancó la vida de 61 combatientes, la mayoría de ellos acribillados a balazos, mucho después de concluidos los combates.
Algunos, los pesimistas de siempre, pensaron entonces que todo se había perdido. Pero la palabra y los sueños de Martí, empleando como resortes la voz potente y las nuevas ideas de Fidel se multiplicaron en medio de un juicio que estremeció los cimientos de la Isla, anunció un programa revolucionario sin precedentes y dejó listo el camino para la victoria del Primero de enero de 1959.
El asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes se convirtió para siempre en ejemplo supremo de rebeldía, espíritu de sacrificio y entrega incondicional en defensa de la libertad.
Hoy la Patria nos convoca a renovar ese espíritu de unidad y de combate en circunstancias diferentes. No es un tirano ni es la infamia y el desinterés de un gobierno el enemigo a derrotar.
Los retos actuales llaman a producir más para fortalecer la economía y la generación de riqueza colectiva; convocan a batallar por la calidad y el incremento de los servicios, fomentar las exportaciones para la captación de divisas convertibles; enfrentar con fuerza las manifestaciones del delito, la corrupción y las indisciplinas sociales, y generar toda la confianza posible en el «Sí se puede» y en las potencialidades del socialismo como único sistema capaz de salvaguardar la dignidad y los derechos del ser humano sin importar su raza, credo, militancia política o nivel de ingresos.
Junto a las amenazas internas que pudieran poner en riesgo tales propósitos enunciados por el propio Fidel en el 2005 se levanta esa montaña genocida con nombre de bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a los cubanos por el gobierno de Estados Unidos, un engendro capaz de negarnos hasta el oxígeno para salvar vidas en los momentos más críticos de la pandemia de la COVID-19.
Pero se vuelven a equivocar quienes apuestan otra vez por la rendición y el cansancio de este pueblo, cuya inmensa mayoría revolucionaria mantiene firmes las banderas del antimperialismo y respalda la recuperación paulatina del país, bajo la guía del Partido Comunista y con el apoyo y la solidaridad de los amigos del mundo.
¡Qué nadie lo dude! las luces de la epopeya del Moncada; la fe inquebrantable de Fidel en los principios que hacen del hombre un ser humano mejor; la deuda de gratitud contraída con los mártires de la Patria sagrada y el amor a los niños y jóvenes, protegidos de la muerte y la violencia del capitalismo, nos dejan abierta una sola alternativa en esta tierra fecunda: ¡Socialismo o Muerte! ¡Patria o Muerte, Venceremos!
¡Gloria eterna al aniversario 70 y a los héroes y mártires del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes!