No todos los combatientes escriben un diario de guerra: a unos no les nace, para otros no tiene importancia, algunos no tienen facilidad de palabra y están los que, por motivo de seguridad, no lo escriben por temor a que caiga en manos enemigas.
Un diario, lo dice su nombre, es un relato cronológico del día a día escrito por una persona, ya sea en circunstancias excepcionales o solamente como vehículo de emociones personales. Es un documento personal en el que se reflejan sentimientos, pensamientos compartidos y otros más secretos. El diario permite adentrarse en la psicología de una persona y conocer de primera mano sus impresiones y visiones acerca de un hecho. De los diarios de guerra, precisamente, se obtiene valiosa información para escribir la Historia, ya que son los propios protagonistas, en el momento de la lucha, los que poco a poco van contando un suceso que luego al historiador tocará recopilar, revisar y triangular con otros diarios o documentos, para llegar a la visión más exacta posible de lo acontecido.
En la Historia de Cuba se conservan diarios hermosos, como el de Carlos Manuel de Céspedes, el de Máximo Gómez, el de José Martí, por mencionar algunos. También tenemos el diario de Raúl Castro Ruz y el de Ernesto Guevara de la Serna –tanto en la Sierra como en Bolivia-, entre tantos otros de combatientes que sintieron la necesidad de guardar para el futuro las emociones que estaban viviendo.
Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, combatiente de la Sierra y el llano, primera mujer que participó en un combate como parte del Ejército Rebelde ―el de Uvero, el 28 de mayo de 1957―, también daba mucho valor a cómo contar aquellos momentos de revolución. Por eso se dio a la tarea de conservar documentos ―“hasta el último papelito”― para que en el futuro no se desvirtuase la historia.
Su modestia la llevaban a no ocupar sitios demasiado prominentes en público, a pesar de que todo el pueblo la conocía y la quería, por sus cualidades como revolucionaria y como persona de confianza del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
De toda la guerra de liberación de la Generación del Centenario se conservan muchos documentos en la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia, lugar fundado por ella misma en 1964 con ese fin. Y aunque no fuese su objetivo sobresalir, los documentos suyos que se conservan también poseen un valor incalculable para comprender cómo fue posible sostener logísticamente a los rebeldes, cómo fue el enlace, las tareas diversas y los riesgos.
Entre toda la papelería que se conserva suya, están las páginas de un diario, o intento de diario, del 1 al 6 de marzo de 1958, días que marcaban una nueva etapa en la lucha: la separación de las columnas de Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque de la Columna madre, para ir a fundar dos frentes guerrilleros de lucha.
Un diario de Celia, con sus emociones y la carga de responsabilidad que implicaba escribir su largo día en la Comandancia.
El diario…
La existencia de un diario escrito por Celia Sánchez Manduley es una arista poco conocida de su vida. En los archivos de la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República, se conserva su intento que apenas duró 6 días: del 1ero al 6 de marzo de 1958. Sin embargo, a pesar de lo efímero, no es menos relevante.
En los archivos se encuentran dos copias: la original, con una letra prácticamente ilegible, escrita así precisamente para que no fuera fácil su lectura de caer en manos enemigas; y la otra, una transcripción que ella misma hizo años después para conservarla en la Oficina.
Celia había estado ya poco más de un mes conviviendo con los rebeldes y había participado en el combate de Uvero. Luego baja al llano y desde allí se mantiene organizando el apoyo a los rebeldes, hasta el mes de octubre de 1957 en que se incorpora definitivamente a la guerrilla hasta el triunfo de la Revolución. Es así que el 1 de marzo, inicia el diario:
Marzo 1, 1958
Nunca pensé escribir diario. Mi vida no ha sido nada interesante como para escribir boberías: Esta guerra y las circunstancias me obligan a anotar hechos interesantes para facilitarle a la Historia de Cuba la verdad.
Raúl lleva todos los datos desde que comenzó esta Revolución. Siempre al lado de Fidel para las grandes victorias en la Sierra Maestra.
Más adelante, se refiere a los hechos recientes que dan lugar a este nuevo momento del Ejército Rebelde:
Se asciende Raúl a Comandante el día 27 de febrero y toma una Columna a su mando para separarse de Fidel e ir a abrir el Segundo Frente. El mismo día 27 de febrero se asciende a Almeida a Comandante y va con su columna a tomar la parte este de la Sierra Maestra. Almeida ha permanecido al lado de Fidel desde el mes de julio de 1957.
Escribo un diario hoy.
Emprendemos marcha del campamento del Che donde llevábamos casi un mes. De allí se separa la Columna de Fidel: dejamos al Che en su campamento de “La Mesa”. Dejamos a Raúl y Almeida que partirán mañana. No ha habido despedida. Salimos a las 9.30 am. Raúl nos ha alcanzado para seguir tratando algunas cosas con Fidel. Llegamos a la casa de Polo, en La Mesa. Aquí llegan Ciro Frías, Fajardo, Lalo Sardiña y otros. Nos sorprende Almeida, que también ha estado triste por la separación. Hay alguna tristeza. Tomamos sagún [1], que ni Fidel ni Martínez Páez lo conocían.
Oímos las noticias y a las 2 pm se decide la partida. Nos despedimos de Raúl y Almeida como si nos viéramos mañana.
Un detalle hermosísimo es el que a continuación narra, ya que refleja cómo los hilos de la historia cruzan los momentos y las voluntades en determinadas circunstancias: el Segundo Frente País, que encabezaría Raúl, había sido el sueño de Frank, pero lo más llamativo es que también había pensado en el hermano de Fidel para ello. Así lo confiesa Celia en su diario:
Raúl va a abrir el Segundo Frente, en la Sierra Cristal, el Segundo Frente que tanto soñó Frank. Cuando fui a Santiago después del ataque a Uvero, preparaba Frank el Segundo Frente y me dijo que él pensaba que este Frente lo abriría Raúl: que le daría más fuerza. Que había pensado escribirle a Fidel pidiéndole un capitán y que ese fuera Raúl pero no se había atrevido porque si a Fidel no le convenía por la petición que él le hacía podía hacerlo. Le dije mi parecer: que no creía conveniente que Raúl se separara de Fidel. En aquellos momentos nuestro Ejército en la Sierra crecía mucho. Con el ataque a Uvero se habían armado buenos hombres. Todos eran gente nueva que había que entrenar. Había quedado el Che con los heridos. Entre los heridos estaba Almeida, estaba Pena. No me parecía prudente por todo esto. Y por ser Raúl el que se atrevía a plantársele a Fidel en los combates. Fidel expone mucho la vida y era hora que se cuidara un poco más. De esta conversación nunca quise escribir ni contar a Fidel. Temía que se llevaran a Raúl.
Cuando decidió mandar a operar en el Norte de Oriente a Raúl fue que hablé a Fidel la idea que tuvo Frank. Ya Raúl estaba en preparativos de su columna y viaje. Me ha dicho que dicha columna se llamará Frank País Ha sido una columna de hombres escogidos que sabrá honrar el nombre de Frank.
Le he hablado a Vilma[2] para que haga un distintivo que solo lo llevarían los que se lo ganen. ¡Qué día!
El día 2 de marzo comienza hablando de Almeida: Ya Almeida no está pero todos hacemos por suplir la falta. Y luego narra lo realizado en un día marcado por las caminatas:
Salimos a caminar a las 7 am y ha sido una marcha constante. Solo hemos descansado cinco minutos y seguimos. Como es domingo, no hay noticias. No perdemos tiempo para caminar. A la 1 pm llegamos a La Jaiba. Calentamos una carne, sagú y a las 2 ¼ emprendimos de nuevo a marchar.
Y así prosigue el día 3 de marzo: Nos levantamos a las 6 a, y a las 6 ½ ya estábamos caminando hacia La Jeringa. Tanto adelantamos que a las 10 ½ ya estábamos en casa de Atocha y Conrado. Con gran sorpresa encontramos un arroz con pollo, un almuerzo riquísimo. ¡Qué gente más buena toda esta!
La relación con los campesinos y la ayuda que estos ofrecían, no solamente mitigaban la necesidad de los combatientes, sino que además los unía en la lucha por un país en el que lo habitantes de las lomas estaban olvidados.
Se instala el radio esperando que Pardo Llada comente algo sobre carta que Fidel le había enviado invitando la prensa cubana a la Sierra, sobre todo en estos momentos de tanta confusión en el país. Pero no, habló sobre el manifiesto lanzado por el clero en Cuba, pidiendo un gobierno de unión nacional. No sabemos en qué se base ese gobierno. Nosotros no aceptamos nada con Batista en el poder.
Nos insisten en la casa a quedarnos y nos quedamos. Esperamos a Vilma que viene agotada y ha quedado atrás. A las 4 pm llega Vilma. Descansamos.
Fidel manda a buscar al sargento Hernández que ha sido el primer miembro del ejército de Batista que deserta. Cuenta que se hizo el borracho y pasó la posta. Se presentó con un M-1 y parque, una granada. Es hombre joven y dice que no quiere pelear contra unos ni otros. Pero para realizar esto y verse libre ha decidido venir hacia nosotros. La señora ha llegado esa noche. (…)
De igual forma relata que se ocuparon de situar la guardia de la noche y que ese día caminaron hasta Zarzal, donde acamparon a las 4:30 de la tarde “en casa de la señora Edalmira”, donde tampoco logran sintonizar Radio Rebelde:
Esta noche ponemos el radio para oír “La Voz de la Sierra Maestra” pero no nos es posible sintonizar.
La señora de la casa es muy atenta: Fidel está con mucha tos de gripe y le ha puesto un parche de copal.
El día 4 de marzo amanece con desayuno, caminata y preparativos para un combate que formaba parte de una serie de acciones para que la Columna de Raúl pudiera llegar a la Sierra Cristal sin demasiados contratiempos.
Esto está lleno a pesar que Fidel ha quedado con una columna muy reducida, chica para lo que había crecido de donde se sacaron las columnas de Almeida y Raúl.
Aquí estamos en preparativos de un combate. Fidel ha comenzado a probar los M-26 la nueva arma inventada y fabricada en la Sierra. Ya ha dado sus buenos resultados en Pino del Agua[3] el 16 de febrero.
Ese mismo día reciben mensaje del Che, informando que han llegado a la Sierra los miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio Haydée Santamaría Cuadrado, Faustino Pérez Hernández, Marcelo Fernández Font y René Ramos Latour[4].
Nos llega un mensaje de Che con uno de Ramirito diciendo que han llegado allí: Carín, Faustino, Marcelo y Daniel. ¡Esto sí es sorpresa!
Quieren una reunión que esté presente Che. Dice Fidel que con el combate preparado tienen ellos que venir, sentimos hacerlos caminar. Pero así lo exigen las circunstancias. Yo le digo a Fidel que esta reunión con representantes del Movimiento Obrero y Resistencia Cívica[5] me luce que vienen a planes finales. Según luce el ambiente que traen de Batista, cada día son más intensos los sabotajes, cada día son más los asesinatos de muchachos jóvenes, de niños.
Hoy en las noticias son las protestas que hace la Resistencia Cívica por los asesinatos a los muchachos de séptimo grado en Santiago de Cuba[6]. La protesta es general en todos los centros de enseñanzas, hasta de particulares. Por todos estos sucesos se pueda deber la reunión.
Más adelante agrega sobre este asunto:
Ellos siempre han tenido la lucha de aquí como algo simbólico de nuestra Revolución y no como factor decisivo de esta guerra; ya por ahí vienen nuestras desavenencias. Siento que Raúl no esté en esta reunión que él tanto deseó. Nosotros preparamos para seguir nuestra ruta y al regreso iremos al punto que se citó la reunión.
La reunión de la que se habla es la que tuvo lugar en Santo Domingo, Sierra Maestra, en marzo de 1958, y de la cual salió como resultado el llamado a la Huelga General Revolucionaria a convocarse en abril. Celia, con sus palabras, se refiere a las diferencias en la concepción de lucha entre el llano y la Sierra, pues para algunos resultaba difícil creer que el Ejército Rebelde vencería al Ejército de Batista, mayor en número y armamento.
Al respecto, el propio Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz escribió en La Victoria Estratégica estas reflexiones:
Debo señalar que dentro del Movimiento 26 de Julio, su dirección en la clandestinidad, nunca consideró el desarrollo de una fuerza militar capaz de derrotar a las Fuerzas Armadas de Cuba. Era natural, en esa etapa, que no pocos de nuestros cuadros no vieran en el pequeño ejército una fuerza capaz de vencer al Ejército de Batista. Lo creían capaz de generar un movimiento revolucionario en el seno del ejército profesional que, unido al 26 de Julio y bajo su dirección, derrocara a Batista y abriera las puertas a una revolución. Nosotros luchábamos para crear las condiciones para una verdadera revolución, con la participación, incluso, de los militares honestos dispuestos a incorporarse a ella. En cualquier circunstancia éramos partidarios de crear una fuerte vanguardia armada[7].
La unidad ha sido y es el factor decisivo en las luchas cubanas por la libertad y la soberanía. Su construcción a partir de consensos y del bien común mayor que es la patria, ha sido lo que ha posibilitado el triunfo. La Historia lo ha demostrado y en esta oportunidad también sucedió. Los verdaderos patriotas siempre ponen el bienestar de su nación ante todo.
Retomando el hilo del diario de Celia, esa tarde-noche escribe:
Salimos tarde, 4 ½ de la tarde, avanzando para llegar a Santo Domingo. En el camino nos encontramos con la señora del sargento[8] . Viene a consultar con Fidel qué decir ella cuando se vaya y la interroguen. Está bien impresionada de los rebeldes pero mucho más de Fidel. No se cansa de decirme: “¡Qué hombre más grande es este Castro! ¡Qué mala propaganda se le hace a esta Revolución!” Para su seguridad y tranquilidad Fidel le propone decir que su marido es prisionero nuestro, no desertor. Fidel le hace una carta a la madre del prisionero que está bien y no tema por su vida, que será libertado al terminar la guerra. (…)
A las 10 pm llegamos a Santo Domingo a la casa de Feliciano González. La casa empieza a llenarse de vecinos, a saludar a Fidel, hasta las 12 de la noche.
El día 5, previo al combate previsto por Fidel, emprenden marcha para garantizar los recursos que necesitarían:
Dormimos por la libre. Unos más temprano otros más tarde nos fuimos levantando. Preparamos para emprender marcha, a las 12 llegamos a casa de Lucas; a las 2.15 estaba Luis Crespo con su tropa. Seguimos hacia El Salto. Allí en una tiendencita ordenó el Comandante que se tomara refresco, se compró cigarros, se dejaron las mochilas. A las siete de la noche llegamos en casa de María donde encontramos un camión y le pedimos montar a Luis Crespo con la tropa porque era la que más lejos iba a operar. Ya los pasos de ríos se nos hacían difícil pasarlo; nos atoramos en el camión para pasar.
Llegamos, a Nasín le sorprendió la visita así como al pueblecito donde todo el mundo abandonó sus casas para conocer a Fidel. Nasín y la señora nos han brindado pan, mantequilla y queso crema con un chilindrón que prepararon para el regreso.
Tomamos un camión a las 11 de la noche. Ya la gente de Crespo se había ido. De ahí nos vino la intranquilidad que se nos presenta siempre: que Fidel no vaya. Conseguimos quedarnos cerca, la gente marchó pero nosotros avanzamos. En este combate está Débora,[9] nos detenemos para el comienzo a las 2.6 am de día 6 de marzo.
El 6 de marzo amanecen con el combate. Este es el último día que refleja el diario de Celia, y con muy poca información, solamente un párrafo ―inconcluso por demás.
Comenzamos los primeros disparos con M-26, nuestra arma y casi nuestra única defensa porque estamos muy bajos de parque. Se siente cada medio minuto un bombazo nuestro. Es más que el de un mortero. Termina el fuego. Se siente…
Aquí termina el documento que se conserva, tanto el original como la transcripción hecha por Celia. La idea queda trunca y no se define la razón, pero lo cierto es que con todas las responsabilidades que tenía en la tropa junto a Fidel, es posible que el deseo de seguir escribiendo el diario se diluyera en sus responsabilidades más urgentes. En los días siguientes tendría lugar la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento de la que se habla y en lo adelante los acontecimientos de la guerra sería cada vez de mayor envergadura. ¿De dónde sacaría tiempo para escribirlo entre tantas notas de suministros, preocupación por su familia y los campesinos, cartas del Comandante, enlaces, cuentas y gastos que llevaba, sumado esto a caminatas largas y combates?
No hay dudas de que, de haberlo continuado, hubiese aportado datos valiosos para sumarlos a los demás combatientes que escribieron durante toda la guerra. Sin embargo, por la figura de que se trata y el valor de este documento, consideramos de interés compartirlo, a fin de enriquecer las investigaciones sobre nuestra etapa insurreccional más reciente y el papel desempeñado por nuestras valerosas mujeres guerrilleras. Aunque ella misma comienza diciendo con humildad que su vida no había sido para nada interesante, lo cierto es que Celia ya entonces formaba parte entrañable de nuestra Historia.
Notas:
[1] Especie de palmera de hojas grandes, con frutos ovoides, cuyo tronco tiene forma de tubérculo, del cual se extrae almidón en forma de harina y se prepara para comer.
[2] Vilma Espín se encontraba en la Sierra Maestra, puesto que su situación en la ciudad de Santiago de Cuba se hacía cada vez más peligrosa.
[3] El segundo combate de Pino del Agua culminó con la victoria del Ejército Rebelde y dio paso a la nueva etapa de formación de otros frentes guerrilleros.
[4] El objetivo era reunirse con Fidel para definir la estrategia que seguirían teniendo en cuenta la efervescencia revolucionaria que vivía el país. Se aborda la posibilidad de la huelga general. La reunión tuvo lugar entre el 7 y 10 de marzo de 1958, pero para esa fecha no hay referencias ya en el diario de Celia.
[5] Se refiere a David Salvador Manso, que atendía la esfera obrera en el Movimiento 26 de Julio, y a José Aguilera Maceiras, presidente del Comité de Resistencia Cívica fundado en Santiago, quienes también habían llegado a la Sierra para la reunión.
[6] Antonio Fernández León y Ángel Espino Sarmiento, alumnos de segunda enseñanza del colegio La Luz, de Santiago de Cuba, detenidos, torturados y asesinados por esbirros batistianos.
[7] Fidel Castro Ruz: La Victoria Estratégica, Ediciones Akal S.A., 2012, p. 28.
[8] Se refiere al que se unió a las fuerzas rebeldes.
[9] Se refiere a Vilma Espín.
Tomado de Granma