¿Por qué una Ley de Comunicación Social en la Cuba de hoy? (I)

«El hombre lo que necesitó siempre fue una gran causa.

Nunca habrá hombre grande sin causa grande.

Cuando hay una gran causa, mucha gente,

mucha gente, casi todos pueden llegar a ser

un gran escritor, un gran periodista,

un gran comunicador (…)»,

Fidel Castro Ruz

Conscientes de que comunicación es mucho más que información, porque comunicar es poner en común contenidos y la información es contenido registrado que se brinda.

Conscientes de que comunicación es mucho más que medios técnicos y plataformas tecnológicas, porque comunicar es parte constitutiva del ser humano, biológica y sicológicamente argumentado, y del ser social, sociológica y culturalmente demostrado.

Conscientes de que comunicación social es dialogar entre todos y con todos, como lo definiera el destacado pedagogo brasileño Paulo Freire, y para el bien de todos apegados al legado martiano.

Conscientes de que comunicación social es el intercambio de contenidos, que trascienden lo individual, porque competen a lo público, en tanto agendas, a la vez que espacios de socialización físicos y digitales.

Lo público, entonces como aquellos asuntos, temáticas, agendas; problemas y soluciones; preocupaciones y certezas; pesadillas y sueños de interés; y objetivos colectivos acerca de los cuales es pertinente y legítimo dialogar abierta y libremente en lo público, entonces como espacio.

Conscientes de que la comunicación social como diálogo interactivo es intrínseca a la construcción y establecimiento de relaciones humanas y organizacionales para la reproducción o cambio social, en tanto perpetuación o transformación de una comunidad/sociedad, y cuya función principal es promover o revitalizar representaciones colectivas –compartidas o diferentes– con el fin de otorgar sentido y evaluación a la acción social organizada en diferentes espacios de convivencia e interrelación; a constituir mediante interacción la identidad colectiva y el tejido cultural conformado por tradiciones y ritos, formas de expresarnos y entendernos mediante la lengua y disímiles lenguajes.

EDUCOMUNICACIÓN, ASIGNATURA PENDIENTE

Es obligado, entonces, ser conscientes de la necesidad de establecer, legislativamente, deberes y derechos sobre tan importante y complejo proceso constitutivo de lo social y lo simbólico en los diferentes ámbitos donde tiene lugar; para el caso cubano identificados y definidos tres: el organizacional, el mediático y el comunitario.

El ámbito organizacional, tan diverso como las tipologías de modos de organización que han encontrado las sociedades, según sus ideologías, para la asociación de sus individuos en pos de trabajar por el sustento individual, colectivo y societal; producir y/o servir en diferentes formatos por el objetivo o fin que persiguen; el tamaño y estructuras que adoptan; el alcance geoespacial que adquieren; el sistema de propiedad sobre los medios y modos de producción que poseen.

Organizaciones donde se articulan/desarticulan las relaciones de producción de bienes o servicios, en términos de Marx «relaciones sociales y técnicas que incluyen la propiedad, el poder y el control de las relaciones que gobiernan los recursos productivos de la sociedad, a veces codificados como leyes, formas de cooperación y asociación, relaciones entre las personas y los objetos de su trabajo, y las relaciones entre las clases sociales»,  (donde también son organizaciones los medios de difusión tradicionales y digitales, y las industrias culturales). Para ellas el capitalismo restringe la comunicación directa y mediática –incluido lo digital–; en lo interno para crear climas laborales que favorezcan los rendimientos, y en lo externo, a la fabricación de imagen y reputación, además de vender más y mejor. En la literatura al uso han sido identificadas como «comunicación corporativa», si bien, en el hacer como tal, se han diversificado sus denominaciones.

El ámbito mediático, o sea, los medios de información colectiva (que actualmente incluye las denominadas redes sociales), mal llamados de comunicación masiva con toda intencionalidad por el capitalismo, particularmente la academia de EE. UU, al llevar a rango de comunicación, lo que resulta difusión y denominar redes sociales al uso de plataformas tecnológicas digitales para el intercambio social y el trabajo colaborativo, que no es lo mismo, ni es igual.

Lo hacen por conveniencia para su manejo simbólico de la sociedad, al punto de concebirlos, gestionarlos y hacerlos ver como protagonistas de procesos culturales y políticos, que no les son exclusivos a dichos medios porque otros muchos actores, institucionales y sociales, intervienen en estos procesos.

Tal comportamiento tiene como leitmotiv capitalista integrar el carácter lucrativo que para dicho sistema poseen los medios como formas económicas con su empleo como herramienta para la dominación hegemónica.

Fenómeno tan complejo que para contrarrestar sus mediaciones nocivas emerge una disciplina que en nuestro país resulta asignatura pendiente: la Educomunicación, o sea, la educación argumentada y responsable de la sociedad para el uso y consumo de la producción mediática en general, con énfasis en la monopólica lúdica, cargada de banalidad y patrones consumistas y conformistas; y la informativa más saturada de desinformación (por exceso, por defecto, por negación y ocultamiento manipulativo de la realidad, al que se incorpora hoy lo conocido como fake news).

LA APUESTA POR UNA MAYOR Y MEJOR COMUNICACIÓN

El ámbito comunitario en el cual convivimos por estar, sentir y ser, y que el capitalismo restringe a lo espacial y, en algunos casos, a lo mediático muy local y puntual; cooptándoles constantemente su voz colectiva, popular, transgresora, contrahegemónica que pasa con mucha volatilidad al accionar transformador que no se desea y manipula constantemente hasta con acciones comunicacionales, que eufemísticamente denominan «para el desarrollo», que no se palpa, o «para el cambio social», que no se materializa, al menos para las mayorías desfavorecidas; cuando no son aupadas para cambios convenientes al capitalismo global imperial, por ejemplo las revoluciones de colores instigadas desde las mal llamadas «redes sociales».

Conscientes, entonces, de la complejidad de la comunicación social, el pueblo cubano, en el ejercicio del poder político y gubernamental, hace mucho viene apostando por mayor y mejor conocimiento y comprensión de este proceso, y sus prácticas para la construcción revolucionaria, la construcción socialista.

Esa construcción que, al decir del investigador Fernando Martínez Heredia, entre otras muchas cosas, «necesita rescatar en términos ideales y materiales las relaciones y la manera de vivir socialistas; mayor socialización dentro del ámbito y la gestión estatales (…)».

Esa misma construcción que en palabras del General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, en su Informe Central al 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba planteara  que «si tenemos un solo Partido debemos promover, en su funcionamiento y en general en nuestra sociedad, la más amplia democracia y un permanente intercambio sincero y profundo de opiniones, no siempre coincidentes, estrechar el vínculo con la masa trabajadora y la población y asegurar la participación creciente de los ciudadanos en las decisiones fundamentales».

Porque el pueblo necesita dialogar de manera directa en su centro de trabajo y/o estudio, en su lugar de residencia, con quienes los representan política, social y gubernamentalmente. Es por ello que se ha considerado un «pilar esencial de la gestión del Estado y del Gobierno», en palabras del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Y ese diálogo, el pueblo también lo hace de manera indirecta a través de quienes canalizan su pensar y su voz de manera institucionalizada en los ámbitos organizacionales, mediáticos, y comunitarios con su accionar técnico y profesional, o sea el rol de comunicador social, «amplia definición que concibe a este profesional como un intelectual con perspectiva humanista, capaz de impulsar la transformación de la dinámica sociocultural conforme a marcos axiológicos bien definidos».

Tomado de Cubadebate

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