La Habana, 25 nov.- Cuántas veces zarpó el hombre rumbo a sus sueños; cuántas vivió la altura de la Sierra; cuántas el triunfo y cuánto hubo de reponerse en el camino más difícil para lograr la obra más hermosa. Es viernes 25 de noviembre, como hace seis años. Y, como hace seis años, el compromiso de que el Comandante siga vivo, -escribieron dos entrañables colegas en su libro Ahí viene Fidel-, depende de nosotros.
Noventa y un 25 de noviembres amanecieron ante sus ojos hasta que partió al camino definitivo: el de repartirse entre su pueblo, sin monumentos, para poder vivir solo donde la sensibilidad y el compromiso son verdaderos. Fidel es una idea, un pensamiento, uno de los tantos poetas que habitan este planeta. Por eso ante cada imagen, recuerdo, o escrito escuchado en su voz, seis años después, sigue teniendo la virtud de conmover multitudes que comparten su alma y su pensamiento.
Fidel está en la poesía del combate y de la victoria, y también en esas batallas cotidianas que tenemos cada día los revolucionarios, en las que no tenemos otra opción que vencer también. Es ejemplo de humildad, de hacer lo grande y lo pequeño sin llamar al mundo para que lo vea pasar; y de llamar al mundo solo cuando fuese necesario compartir alguna batalla o conocer verdades que el enemigo ha querido ocultar. Es el Comandante en Jefe, que estaba siempre, en el dolor y la sonrisa.
Fidel es un hombre enamorado de su patria. Por eso su palabra, como la de José Martí, nos guía. Y aquí está su Revolución, la misma que proclamó desde Santiago de Cuba, aquel 1ero de enero de 1959:
Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder. No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto. Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba. No será como en el 33 que cuando el pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor Batista, traicionó la Revolución, se apoderó del poder e instauró una dictadura por once años. No será como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los ladrones. Ni ladrones, ni traidores, ni intervencionistas. Esta vez sí que es la Revolución.
El trabajo que trasnocha, la mirada siempre a la utopía y los planes rumbo al sueño; los recorridos extensos por cada parte de nuestra geografía; la tierra a los campesinos; los cuarteles convertidos en escuelas; la salud y el deporte para todos… Así avanzaba la Revolución con aquel grupo de jóvenes encabezados por Fidel, con aquellos Raúl, Almeida, Ramirito, Ernesto, seguidos por millones de corazones agradecidos a los barbudos. Así transcurrieron discursos, intervenciones, entrevistas, batallas políticas, económicas, victorias que vencieron cercos y que hacen grande a Cuba….
El enemigo, cansado de fallar en sus intentos magnicidas, tenía como segunda alternativa dejar todo al tiempo sin saber que cada segundo de mortalidad aumentaba la leyenda. Por eso ya Fidel, peinando canas, se mantenía luchando, alertando, velando cada detalle. Consciente de que al pueblo cubano le quedarían batallas intensas, reiteraba en más de una ocasión la necesidad de preservar el socialismo como garantía de nuestra soberanía, porque jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender, ni convicciones tan profundas por las cuales luchar, de tal modo que prefiere desaparecer de la faz de la Tierra antes que renunciar a la obra noble y generosa por la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo de muchas vidas de sus mejores hijos.[1]
El legado de Fidel, además, transita por la resolución de los cubanos de no ser vasallos de nadie y mantener la rebeldía de la causa justa y el amor sin límites a todo lo humano. Es por eso que el destino de nuestras vidas, desde que quedara manifiesto el interés yanqui en apoderarse de nuestro territorio, encuentra razón en sus palabras:
(…) las ideas justas y realmente humanas a lo largo de la historia han demostrado ser mucho más poderosas que la fuerza; de ésta van quedando polvorosas y despreciables ruinas; de aquellas, rasgos luminosos que nadie podrá apagar. (…) Este pueblo puede ser exterminado ―bien vale la pena que lo sepa―, barrido de la faz de la Tierra, pero no sojuzgado ni sometido de nuevo a la condición humillante de neocolonia de Estados Unidos.[2]
A pesar de no querer un monumento, no puedes evitar emocionarte y verlo allá en Moscú, en bronce, en combate, con su juventud eterna, su boina y su tabaco. Y te hace pensar en Putin y su vocación callada, en la emoción de nuestro Presidente; en la dimensión de Fidel que nos sobrepasa…. Y descubres que este 25 de noviembre volverás a llorar pensando en él y mañana 26 amaneceremos otra vez convencidos, como escribiera Camilo, de que más fácil nos será dejar de respirar, que dejar de ser fiel a su confianza.
Sus palabras aquel 1 de mayo de 2000 quedaron grabadas como lección rotunda para un revolucionario con aquel concepto que siempre nos conduce; y su discurso en el Congreso del Partido en abril de 2016, también:
Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida, como Martí, Maceo y Gómez, en marcha indetenible.
La Caravana de Fidel a Santiago de Cuba hizo cumplir aquellas palabras suyas del 8 de enero de 1959 en La Habana cuando dijo que solo se vería una concentración así cuando el pueblo fuese a despedirlos, porque ellos nunca iban a defraudarlo. La patria nuestra, que es de Martí y Fidel, ha crecido en la alegría y el dolor, fiel a sus ideales y con un corazón a lo largo y ancho de la humanidad. Al 25 de noviembre de 2016 le han sucedido momentos intensos… Pero en esencia y pocas palabras: la inmensa fuerza del pueblo estuvo y estará con su Jefe.
Nadie puede resumirlo, escribió el poeta Virgilio López Lemus. Por eso es tan difícil dedicarle unas palabras hoy… como casi siempre. Nada puede resumirlo.
La Revolución avanza definitiva. Delante de nosotros, junto a nosotros y dentro de nosotros, va Fidel.
(CubaDebate)