El odio del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone contra Argentina se puso de manifiesto al publicar una reciente columna de opinión en el diario Wall Street Journal donde critica al gobierno de esa nación y le niega la posibilidad de un préstamo por 500 millones de dólares.
El escrito de Claver Carone apareció en momentos en que la nueva ministra de Economía argentina, Silvina Batakis, se encontraba en Washington para mantener reuniones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno norteamericano e inversores.
Este funcionario, cuando fungía como representante de Estados Unidos en el FMI, fue uno de los principales responsables para que el Fondo aprobara un crédito de 57 000 millones de dólares para apuntalar al expresidente Mauricio Macri, gran amigo del exmandatario Donald Trump.
Bajo el título, “Argentina debe ayudarse a sí misma”, Claver-Carone expresa que “el éxito de la Argentina es el éxito del BID, pero el tumultuoso historial financiero del país afecta los costos del banco” y por tanto exige que el gobierno de Buenos Aires cumpla con las metas acordadas con el FMI para poder recibir el préstamo del BID.
No es casual que en la última cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles, el presidente Alberto Fernández cuestionara públicamente al titular del BID al decir: “Se han apropiado de la conducción del Banco Interamericano de Desarrollo que históricamente estuvo en manos latinoamericanas”.
Desde Buenos Aires, la postura del jefe del BID se lee como una línea de operación desde Washington para que el FMI incremente la presión sobre el país y el gobierno se vea obligado a adoptar reformas antisociales junto a la devaluación de la moneda, lo cual terminaría por debilitar a la administración de Fernández.
Hagamos un poco de historia sobre el susodicho personaje. El expresidente Donald Trump, sin el más mínimo respeto a la regla no escrita, pero moralmente aceptable desde su fundación de que el cargo de presidente del BID le corresponde a un latinoamericano, logró bajo amenazas y fuertes presiones diplomáticas que se aceptara en septiembre de 2020 a Claver-Carone como jefe del BID, quien se desempeñaba entonces como su principal asesor para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN).
Este ultraderechista favorece abiertamente posturas extremas hacia los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua y ve a la región como el frente clave para las batallas al estilo de la Guerra Fría contra amenazas comunistas.
La mayor parte de las últimas dos décadas las pasó como un influyente cabildero y principal antagonista de cualquiera que busque revertir el bloqueo que el régimen estadounidense mantiene desde hace 60 años contra Cuba.
Seguidamente se involucró en la administración Trump y ejerció una influencia sin igual en las políticas del expresidente contra Venezuela.
The New Yorker lo retrata como “un típico abogado del sur de la Florida, conocido entre los políticos de Washington por su punto de vista extremista, todo-o-nada, sobre Cuba”, mientras The Global Americans afirma que es alguien que no duda en mentir sobre la isla que jamás ha visitado.
Varios académicos estadounidenses, aseguran que “es el típico arribista que cuando no está en el poder, su única preocupación es ganar dinero con la maquinaria anticastrista, pero cuando está en el poder, se prepara para el momento en que no esté ahí y tenga que seguir ganando dinero”.
Todas las fuerzas ultraderechistas dentro del régimen estadounidense apoyan a Claver-Carone que llegó al puesto en el CSN por el apoyo de su íntimo amigo y archirreaccionario senador Marco Rubio.
Carlos Vecchio, nombrado en forma virtual como embajador del autoproclamado presidente (fantasma) de Venezuela, Juan Guaidó, aseguró que Carone ha facilitado todos los procesos dentro de la Casa Blanca para aumentar el nivel de presión sobre Nicolás Maduro.
Después que Trump propuso a Claver-Carone, a contrapelo de la tradición diplomática, la rechazaron los expresidentes, Juan Manuel Santos, Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos, Julio María Sanguinetti y Ernesto Zedillo que, por cierto ninguno de ellos tiene un pensamiento anti-norteamericano.
Argentina presentó la candidatura del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz y Costa Rica la de la ex presidenta Laura Chinchilla pero tuvieron que retirarlas ante el empuje de la entonces administración Trump.
El excanciller Jorge Taiana explicó en declaraciones a la prensa que la presidencia del BID para un latinoamericano fue un acuerdo “explícito” entre Estados Unidos y América Latina desde la fundación del organismo en 1959 porque “conocía mejor la región, iba a ser más respetado y tener más poder de diálogo”.
El impuesto jefe del BID ahora se lanza con saña contra Argentina, país al que quiere volverle a imponer un régimen neoliberal al estilo de Mauricio Macri o la política económica que aplicó la dictadura militar (con el beneplácito de la Casa Blanca) que desangró al país de 1976 a 1983.
Como buen discípulo de Estados Unidos, Claver-Carone está bajo investigación por un escándalo por haber malversado fondos del Banco y mantener relación indecorosa con una funcionaria del organismo.
Lo cierto es que este gendarme de Estados Unidos sigue con el derrotero de cumplir los intereses del Norte.
Tomado de Cubadebate