Enero, 2025.- El 16 de enero de 1934 con los pulmones destrozados por la tuberculosis, falleció el combatiente, intelectual, escritor y revolucionario Rubén Martínez Villena, poeta reconocido desde su temprana juventud que legó una escasa obra, debido a que enfocó todas sus energías a la lucha revolucionaria y partidista.
En 1922 se graduó de Doctor en Derecho Civil y Público y comenzó a trabajar en el Bufete del sabio y antropólogo cubano Fernando Ortiz, donde se nutrió de ideas antimperialista, revolucionarias y progresistas en contacto con otros jóvenes y personalidades como Pablo de la Torriente Brau y Emilio Roig de Leuchsenring.
Martínez Villena encabezó la Protesta de los 13 contra los desafueros de los gobernantes de turno; desplegó una fecunda labor en la Universidad Popular José Martí y la Liga Antiimperialista; se vinculó, además, a La Falange de Acción Revolucionaria, el Grupo Minorista y el Movimiento de Veteranos y Patriotas, y en 1927 ingresó al Partido Comunista, organización donde lo nombraron oficialmente Asesor Legal de la Confederación Nacional de Obreros de Cuba (CNOC).
Tras la muerte de Julio Antonio Mella, en 1929, y por acuerdo del Comité Central se convirtió en el principal y más activo dirigente del Partido Comunista; a pesar de estar enfermo organizó y dirigió la huelga de marzo de 1930,que estremeció los cimientos del régimen machadista; con posterioridad viajó a la antigua Unión Soviética como forma de escapar de la persecución policial y con el objetivo de tratar de curarse de la tuberculosis.
Como dirigente del Partido Comunista de Cuba trabajó en Moscú en la Sección Latinoamericana de la III Internacional; de vuelta al país y gravemente enfermo, fue el principal organizador de la huelga general de agosto de 1933 que provocó la huida del dictador Gerardo Machado.
Rubén Martínez Villena dedicó sus últimas fuerzas a organizar el IV Congreso Obrero, auspiciado por la Confederación Nacional Obrera de Cuba, evento que concluyó en fecha como esta; a su entierro asistieron todos los delegados con sus credenciales y los estandartes de los sindicatos, seguidos por más de 20 000 trabajadores que le rindieron una combativa despedida en el Cementerio de Colón.