Florida, 7 abr.- La heroína Vilma Espín Guillois nació en Santiago de Cuba el 7 de abril de 1930 y durante su infancia y juventud adquirió la certeza de cuánta ignominia encierra cualquier sentimiento de discriminación.
Es por ello que desmontar la invalidez de una supuesta superioridad basada en criterios religiosos, raciales, de género, opinión, procedencia social y otros, devaluarlos como pretextos para la explotación de una mayoría por unos pocos, se convierte en una de las constantes inquebrantables de su accionar.
La joven santiaguera fue una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial que egresan de la Universidad de Oriente, centro en que alzó su voz tanto defender la oficialización del recinto de altos estudios, y para integrar la coral.
Durante los años finales de la década del 50 del pasado siglo XX burló a más de un esbirro batistiano con astucia e inteligencia en las calles de su Santiago querido, donde se entregó por completo a su trabajo dentro de las filas del Movimiento 26 de Julio, auxilió a compañeros de lucha heridos o perseguidos y con el seudónimo de Deborah fue valiente colaboradora de Frank País en la clandestinidad.
En la Sierra Maestra llega a ser una combatiente intachable, heredera de la estirpe de Mariana Grajales y Ana Betancourt fue la amiga inquebrantable de Fidel, la compañera en la vida de Raúl, y tras el triunfo de la Revolución, se encargó de levantar las banderas que claman por los derechos femeninos desde la presidencia de la Federación de Mujeres Cubanas y, como fundadora del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Fue además diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado de la República de Cuba.
A 94 años de su natalicio, a Vilma Espín Guillois se le recuerda como el auténtico paradigma de la mujer que precisa el Socialismo en Cuba.
