Florida, 5 abr.- El patriota José Guillermo Moncada, es un héroe sobresaliente y uno de los jefes más admirados y queridos en las guerras de independencia del pueblo cubano, al que la historia reconoce como “el caballero de la guerra”.
Nacido el 25 de junio de 1841 en Santiago de Cuba era hijo de un esclavo liberto que no reconoció a su prole, por lo que solo tenía el apellido de la madre, Dominga Moncada, quien estuvo tres veces en la prisión del Morro santiaguero al negarse a convencer a sus hijos para que abandonaran la lucha, como le pedían las autoridades españolas.
A temprana edad aprendió a leer y a escribir y se formó en el oficio de carpintero; sus compañeros de armas lo llamaban Guillermón, por su estatura, fortaleza física, el coraje y la bravura que lo distinguió desde temprano en los combates, en varios de los cuales resultó herido.
Moncada se cubrió de gloria al extender la guerra a la región de Guantánamo, escenario de algunas de sus más fabulosas hazañas; ágil y audaz en el manejo del machete, Guillermón retó y derrotó en los campos de batalla a varios oficiales españoles reconocidos como excelentes esgrimistas y protagonizó con esa arma legendarios duelos, entre los cuales se halla el consumado frente a Miguel Pérez, cubano al servicio del colonialismo y célebre por sus vandalismos.
Guillermón Moncada rechazó el Pacto del Zanjón para convertirse en uno de los hombres de la Protesta de Baraguá, y durante la Guerra Chiquita se mantuvo sobre las armas casi un año en Oriente, a pesar de que su promotor y jefe, el mayor general Calixto García, no pudo llegar a tiempo y que, factores adversos la condujeron al fracaso.
Moncada fue un jefe decisivo en la preparación de la Guerra de Independencia de 1895 en la región este del país, y llegado el momento recibió la encomienda de encabezar la insurrección en Oriente y organizar las fuerzas hasta la llegada de Antonio Maceo y Máximo Gómez, los principales jefes militares del 68, y cumplió su deber pese a estar gravemente enfermo, a causa de la tuberculosis que contrajo en la cárcel.
Murió en el campamento de Joturito, en Mucaral, término municipal de Songo – La Maya, Santiago de Cuba, el 5 de abril de 1895; al valorar el papel que desempeñó en los inicios de esa contienda, el general Enrique Collazo escribió: “Guillermo Moncada poco podía hacer, era un moribundo que venía en cumplimiento de su palabra, y guiado por su patriotismo a morir a la sombra de su bandera”.
