Florida, 30 mar.- La comunidad científica cubana evoca siempre al científico Tomás Romay y Chacón, médico, humanista, y sabio, considerado el Hipócrates cubano, quien falleció en fecha como esta del año 1849.
Difusor de la vacunación antivariólica en Cuba, Romay realizó numerosas acciones de prevención de enfermedades y de promoción de la salud, lo convierten en el primer higienista cubano, y por sus aportes al progreso en Medicina, Química, Botánica, Agricultura, Higiene, Educación y Cultura en general, es reconocido como el iniciador del Movimiento Científico en el país.
Romay realizó el primer estudio científico de la fiebre amarilla publicado en Cuba, fue uno de los redactores del Papel Periódico de La Habana, desde su fundación en 1791, y miembro prominente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que fue su director en 1842, y se convirtió, junto al economista Francisco de Arango y Parreño y el filósofo José Agustín Caballero en una de las principales figuras del movimiento progresista impulsado por la gran burguesía criolla de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Tomas Romay fue uno de los primeros intelectuales cubanos, junto con su extraordinaria labor en la lucha frente a la viruela, realizó importantes reformas en la docencia médica al introducir nuevos métodos de instrucción basados en la observación y la práctica, promovió la modernización de la medicina clínica, y logró restablecer la enseñanza de la Anatomía.
Sin duda, su quehacer es paradigma para las presentes generaciones de médicos, científicos e higienistas cubanos.
