Florida, 7 mar.- El patriota cubano Ramón Leocadio Bonachea, general de división del Ejército Libertador que mantuvo la lucha armada en la manigua insurrecta durante 14 meses después de la firma del Pacto del Zanjón, fue fusilado por los españoles en el Morro de Santiago de Cuba, el 7 de marzo de 1885.
El 15 de abril de 1879 redactó un manifiesto en el que afirmaba que abandonaba las armas sin acogerse a ningún pacto; esta acción pasó a la historia como la Protesta de Hornos de Cal o Protesta de Jarao, lugar donde se llevó a cabo, a 22 km al sudeste de Sancti Spíritus; lo único que aceptó de España fue que le proporcionara el medio para marchar hacia Jamaica, lo cual hizo ese mismo día por Tunas de Zaza, junto con sus principales seguidores.
Realizó varios intentos infructuosos para llegar a Cuba durante la Guerra Chiquita; convencido de que existían condiciones para reiniciar la lucha se embarcó en la goleta El Roncador con 14 expedicionarios buscando desembarcar entre Júcaro y el Río Jatibonico, pero el 2 de diciembre de 1884 llegó a Bélic, playa Las Coloradas, el lugar exacto por donde Fidel Castro llegó en el Granma 72 años más tarde; capturado por los españoles, sometido a consejo de guerra y condenado a la pena de muerte por fusilamiento, junto a cuatro de sus compañeros.
Al valorar la trascendencia de la heroica resistencia de Ramón Leocadio Bonachea José Martí escribió: “El hombre de Hornos de Cal no tiene igual entre los que protestan de la paz. Con menos recursos que Maceo, menos prestigio, menos ascendiente, persistió por más tiempo, en el gesto supremo y no arrojó nunca un ápice de sombra sobre aquella página que no cede ni ante la hazaña estupenda de Baraguá”.