Batalla de Guisa: una victoria frente a lo imposible

Batalla de Guisa: una victoria frente a lo imposible

Monumento Nacional Braulio Curuneaux, erigido a la memoria de los heroicos combatientes de la Batalla de Guisa. Foto: Mailenys Oliva Ferrales

Guisa, Granma.–«Ni nosotros mismos nos dábamos cuenta de la magnitud de la audacia con que nos vimos envueltos en aquella batalla que aquí se libró entre el 20 y el 30 de noviembre [de 1958] (…) Ciento ochenta combatientes bisoños, casi todos jóvenes recién salidos de nuestra Escuela de Reclutas, desafiaban a 5 000 hombres de las tropas élites enemigas».

Así recordaría –el 25 de noviembre del año 2000– el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, la épica acción en la que, durante 11 días de encarnizados combates contra el ejército batistiano, los rebeldes se crecieron por encima de todos los obstáculos, y a golpe de un arrojo descomunal y de una extraordinaria estrategia combativa, desafiaron lo imposible y alcanzaron la victoria.

Y es que allí, sobre un nuevo escenario de lucha: al lado de una carretera asfaltada y a las puertas de la ciudad de Bayamo –entonces sede del Puesto de Mando de Operaciones contra la Sierra Maestra–, se escribió una de las páginas más entrañables de la última etapa de las gestas independentistas en Cuba, al lograrse desmoralizar a un ejército enemigo superior en armas y hombres; abrir el camino hacia el triunfo definitivo, y afianzar el liderazgo y la estratégica concepción de lucha de Fidel.   

«POR AQUÍ NO PASARÁN,  COMANDANTE»

En torno a la Batalla de Guisa existen anécdotas, acciones y hasta coincidencias históricas que engrandecen la epopeya de aquellos 180 hombres enfrentados a la «furia» descomunal de aviones, tanques y batallones con artillería pesada. 

Y es que, desde el propio comienzo de la operación militar –el 20 de noviembre–, los rebeldes demostraron su estirpe de guerreros, al sitiar primero a las huestes del poblado, y luego (a un kilómetro de la localidad) frente a Loma del Martillo, reducir a la patrulla que custodiaba el ómnibus de pasajeros con rumbo a Bayamo, logrando tomar 23 armas y sus municiones.

Lo que vino después fue heroico. Días de cruento combate en los que el Puesto de Mando de Bayamo intentó, en varias ocasiones, rescatar a los sitiados; pero las emboscadas del Ejército Rebelde, el empleo de las minas en lugares estratégicos, y la valiosa ubicación del capitán Braulio Curuneaux –apostado con su ametralladora 30 en la Loma del Martillo– sofocaron esas aspiraciones del enemigo.

También de esas encarnizadas jornadas descuellan sucesos insoslayables, como el intento de asesinato de Fidel, el día 23 de noviembre, cuando fue descubierto, a unos 500 metros de la posición del líder rebelde, un soldado batistiano disfrazado de campesino; o la dolorosa pérdida de Braulio, el día 27, quien cumplió con la palabra empeñada al Comandante: «¡Por aquí no pasarán!», hasta ese día en que fue abatido por un tanque Sherman.

De aquel joven valeroso –reconocido entre sus compañeros porque hacía «cantar» la ametralladora– Fidel ya había dicho a la emisora Radio Rebelde: «Curuneaux hecho un león, ha abierto en un firme más de 200 trincheras. Picos y palas por la libre».

No menos estremecedoras resultan las proezas de las cinco mujeres que se sumaron 

al combate; o la temeraria decisión de los rebeldes que se montaron por vez primera en un tanque t-17 abandonado por el adversario, para improvisar un ataque al cuartel de Guisa; así como el heroico episodio protagonizado por el jovencito Leopoldo Cintra Frías, quien, aun herido, logró recuperar, bajo un fuego cruzado, una ametralladora 30 del interior del tanque.

Tras esas y otras acciones de incalculable valor, el Ejército Rebelde entró gloriosamente al poblado de Guisa el día 30 de noviembre. Habían librado 22 acciones combativas contra unos diez destacamentos de refuerzo, y como saldo de la batalla se registraban más de 200 bajas al enemigo, entre muertos y heridos, mientras que entre los rebeldes se lamentaban unas 30.

Además, el motín de guerra era significativo; pero lo más importante de aquella, victoria radicaba en que, con ella, comenzaba la Operación Santiago, y el inicio del fin de la tiranía.

Precisamente, al evocar su significación ante una multitud henchida de orgullo patrio, en la Tribuna Abierta del 25 de noviembre del año 2000, el Comandante en Jefe afirmaría entonces, con promisoria certeza, que: 

«…Como en Guisa, demostraremos muchas veces que nada es imposible».

Tomado de Granma

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