Combatir la corrupción es la mejor manera de defender la Revolución

Florida, 12 nov.- No lo digo yo, lo advirtió Fidel hace más de 15 años: o combatimos con honestidad y valentía las manifestaciones de corrupción, el desvío de recursos, la simulación y la falta del control de las empresas y el Estado, o veremos cómo se destruyen, poco a poco, los valores más sagrados de nuestra sociedad, junto a la pérdida de las conquistas y la obra humana de una Revolución invicta, cuyo triunfo definitivo exigió más de 90 años de luchas y miles de vidas entregadas a la causa del patriotismo y la independencia nacional.

Y es que, aun cuando el Comandante en jefe eterno no alcanzó a vivir y a ver la magnitud lograda por esos fenómenos en la actual coyuntura económica del país, fue claro cuando advirtió el enorme peligro de permitir su crecimiento y convivir con ellos.

Y es que la corrupción, el delito, las ilegalidades y las indisciplinas son como un cáncer cuyas ramificaciones provocan metástasis en el cuerpo social, paralizan o retuercen los procesos productivos, cambian la mentalidad de la gente, desmotivan los colectivos, minan la confianza popular en el gobierno y sus instituciones y desafían las capacidades políticas para enfrentar y derrotar a esos males.

En la actual cruzada contra cada uno de ellos es preciso recordar una vieja sentencia: “lo que se permite, se promueve”. Y cualquier comportamiento contrario a las normas y a las leyes, si no se enfrenta a tiempo con determinación y contundencia, “nace, crece, se reproduce y acaba con el saco de papas buenas”.

Si alguien duda de tal realidad, observe lo que sucede cada vez que alguien arroja un poco de basura en una esquina, nadie le advierte, y otros siguen la corriente. Luego nos preguntamos ¿de dónde salen los micro y los “macrovertederos” que nos asedian y afean la ciudad? Aunque ahora mismo este tema tiene espinas por todas partes.

¿Qué pasa cuando cualquier revendedor se planta un día y otro, en cualquier calle; cubre, y hasta obstruye la acera con cualquier producto: plátano, yuca, jabón, gandinga, caránganos o lo que sea? Nadie lo molesta; otros toman su ejemplo, y al mes la ciudad toda se convierte en un gigantesco mercado informal, pletórica de ilegalidades y desorden por todas partes, con una sarta de vagos y parásitos, viviendo al descarado del bolsillo del pueblo.

¿Por qué permitimos que un jefe o funcionario evidentemente putrefacto, maloliente ya por su conducta inmoral, por el desvío de recursos y por la pérdida del respeto y estima entre los subordinados siga ejerciendo el cargo, acabando con la quinta y con los mangos y destruyendo lo que queda del tejido empresarial o laboral de su entidad?

En estos casos ¿Cómo es posible que los trabajadores que lo rodean y el pueblo entero sepan, sospechen y comenten, mientras las autoridades y los órganos superiores de control duerman tranquilos y aparentemente ajenos a tal situación? Si no existe en el momento un sustituto adecuado para el dirigente corrupto, para el inepto, para el ladrón de cuello blanco, es preferible descabezar la organización o la unidad que mal conduce antes de permitir la corrupción de un grupo de gente bajo su mando y que rara vez son capaces de enfrentarlo con la valentía y la entereza necesaria.

Son algunos ejemplos de cómo funcionan los fenómenos que traemos a colación. Cualquier parecido con el ambiente actual en varios lugares de nuestro entorno es puramente intencional.

En la recta final de este comentario retomo las palabras de Fidel cuando en el año 2005 alertaba contra la corrupción, el vicio, la malversación, el robo y otros males que amenazaban la salud de la Revolución y dijo: “Es duro, pero lo digo, lo digo y no se sabe las veces que tenga que decirlo y las críticas que haga públicamente, porque no tengo miedo de asumir las responsabilidades que haya que asumir, no podemos andar con blandenguerías.[…]lo que hay es ceguera, a pesar de todos los mecanismos e instituciones que tiene el país para defenderse, para luchar, para combatir honradamente, sin abusos de poder.

Qué sociedad sería esta, si no supiéramos un mínimo de lo que debe saberse, para que, en esta isla heroica, este pueblo heroico, este pueblo que ha escrito páginas no escritas por ningún otro en la historia de la humanidad (enfrente amenazas y) preserve la Revolución”. Fin de la cita.

¡La batalla contra las indisciplinas, la corrupción y las ilegalidades es ahora, mañana sería demasiado tarde!

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Acerca de Pedro Pablo Sáez Herrera

Licenciado en estudios Socioculturales de la Universidad de Camagüey. Diplomado en Periodismo. Labora como periodista en Radio Florida atendiendo sectores como Salud Pública, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, Trabajo y Seguridad Social, entre otros. Contactos: Twitter: @SanPPZeta Facebook: Pedro Pablo Sáez

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