Raul Taladrid. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate
Conocí a Raúl con apenas 14 años cuando él, Enio Leiva, Vázquez, Nestor García, Luisito Valdés y Arsenio Rodicio entre otros, compañeros todos estudiantes de la entonces Escuela Profesional de Comercio de la Habana (EPCH), nos conmovían y exhortaban a imitarlos con sus arriesgados actos de calle, enfrentándose a pecho limpio a los sicarios de la dictadura.
Las acciones imborrables de repulsa en el velatorio de los asilados vilmente asesinados en la embajada de Haití, los violentos actos de calle a la muerte de Fontán o los despliegues bajando la escalinata de la Universidad de La Habana; así nos fueron comprometiendo para secundarlos.
Pero, Raúl era algo distinto porque a pesar de compartir sus edades, todos algunos años más que nuestra adolescencia, resultaba el más sereno y flemático sin dejar de arriesgarse al máximo, como aquella vez que en el lobby de la escuela le espetó a su cara al esbirro Carratalá (Coronel de la Policía Conrado Carratalá Ugalde) desde su posición encaramado en un sofá que hacía de centro mesa, que no le temían aun con las Thompson (sub ametralladora de mano calibre 45) que portaban, dado q no tenían cojo…para enfrentarlos en igualdad de condiciones.
El sanguinario esbirro optó por solo darle unas palmaditas en sus piernas conminándolo a que se bajara del inmueble. Fue esa acción heroica y peculiar algo que nos marcó de por vida porque los estudiantes presentes solo atinaron a aplaudirle sonora y espontáneamente, aun con el riesgo que ello implicaba e iniciaron el coro…!!Asesinos, Asesinos!! Era el 6 de Febrero de 1958, a unas horas de encontrarse sin vida el cadáver acribillado a balazos en los jardines de la Plaza Cívica de Gerardo Abreu (Fontán).
Tomado de Cubadebate