Florida, 15 ago.- Uno de los segmentos poblacionales que mayor respeto merece en la actual coyuntura socioeconómica del municipio y del país es el de los adultos mayores, teniendo en cuenta sus múltiples vulnerabilidades físicas, materiales o de protección por parte de las familias y la comunidad.
Entre los principios fundamentales del Socialismo que defendemos, y al cual deseamos larga vida a partir de ser capaces de perfeccionarlo sin desmantelar un ápice de su esencia humanista y solidaria, no pueden faltar, ahora mismo, la preocupación constante por la manera en que los abuelos enfrentan las carencias y limitaciones del presente, sobre todo, en aquellos casos de ancianos solos o impedidos de realizar sus actividades diarias.
Es ahora el momento oportuno para tocar con la mano sus necesidades afectivas, espirituales, de servicios y hasta económicas en el empeño gubernamental de conocer niveles de satisfacción, efectividad y eficacia de las medidas y beneficios aprobados para ellos y cumplimiento de sus deberes por parte de las personas, organismos e instituciones designadas para la atención de este grupo social.
Se puede comprender, por ejemplo, que exista baja disponibilidad de efectivo para el pago a los jubilados en algún lugar, pero lo incomprensible, lo inaceptable, es que haya maltrato allí; que no existan condiciones para la espera, o que no se informe, de manera oportuna y por todos los canales posibles, a los beneficiarios para evitarles molestias y elevados gastos monetarios en transporte y otras necesidades.
Se puede comprender, también, que en los establecimientos donde se prestan servicios de alimentación para los de la tercera edad no se cuente con el menú deseado para la nutrición correcta, pero es inadmisible que se les recorte la ración de comida, se les cobre un monto por encima de lo establecido, o desaparezcan físicamente los productos destinados a la dieta diaria mientras en una libreta aparece el flamante registro de su consumo.
Son ejemplos que pudieran ser más o menos reales. Que hablen los beneficiarios de esos derechos dispuestos por el Estado cubano para esos que hoy peinan canas, y merecen el máximo respeto, la consideración y el agradecimiento posible de los nuevos.
La mayoría de esos viejitos y viejitas que andan por ahí fueron quienes construyeron este país de igualdad, de resistencia y de dignidad para el ser humano que heredamos de la Generación del Centenario y del resto de los protagonistas de las batallas y victorias de la Revolución en los últimos 60 años.