Actualizan sobre proyecciones de la producción de arroz en Cuba

La Habana, 16 ene.- La ciencia, la técnica y la innovación están llamadas a convertirse en pilares para el renacer de la producción de arroz en Cuba, que en la década en curso se ha visto limitada debido, en lo fundamental, a la carencia general de insumos y piezas de repuesto para las máquinas cosechadoras del grano.

Así lo expresó el director de la División Tecnológica de Arroz, Oslando Linares Morell, quien mencionó entre las causas de dicho declive progresivo, los dos años de pandemia (COVID-19), con todo cuanto ello entrañó en el orden económico, incluida la pérdida de la cadena de suministros que tenía Cuba a escala mundial.

En entrevista con el diario Granma, el especialista indicó que igualmente inciden el reforzamiento de las medidas del bloqueo de Estados Unidos, la inclusión de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo y, en fecha más reciente, el conflicto bélico en Ucrania, el cual también provoca consecuencias negativas para la agricultura y el sector en particular.

Como resultado de la unilateral política de Washington existen limitaciones en herbicidas, pesticidas y portadores energéticos, así como en la disponibilidad de combustibles para la maquinaria en tierra y la aviación agrícola.

También, el bloqueo provoca la falta del fertilizante urea, y de otros insumos determinantes en la eficiencia del ramo, afirmó el directivo de la División Tecnológica de Arroz, del Grupo Empresarial Agrícola, adscrito al Ministerio de la Agricultura.

El alto contenido de calorías y la posibilidad de almacenarlo sin procesar, son características de este cereal que lo convierten en un alimento estratégico para el país, lo cual fue tenido en cuenta en el programa arrocero emprendido en 1967 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.  

De acuerdo con Linares Morell, Cuba requiere más de 600 mil toneladas de arroz para cubrir la canasta familiar normada y el consumo social, pero la realidad indica que esa amplia demanda debe ser satisfecha, en más de las dos terceras partes, por la vía de la importación, y no precisamente desde naciones cercanas.

El Programa integral de desarrollo del arroz, que se comenzó a trabajar en la práctica en 2012 (y fue actualizado seis años después), tenía prevista la consecución, para 2030, del autoabastecimiento de arroz en la isla.

De cara a lograr dicho propósito, explicó el funcionario, debían sembrarse unas 200 mil hectáreas, obtenerse un rendimiento de seis toneladas por hectárea, y lograr una producción del cereal húmedo de un millón 200 mil toneladas, que permitiría obtener más de 600 mil toneladas de arroz consumo al año.

A su juicio, hasta 2018, el programa marchó satisfactoriamente, pues Cuba ese año rompió el récord histórico de producción de arroz, con 304 mil toneladas.

Para el calendario siguiente, aunque se esperaba una campaña favorable, los resultados cayeron hasta las 246 mil 700 toneladas, y de ahí hacia acá hemos ido en picada, reconoció el directivo.

Los planes montados para 2023 todavía son bastante bajos, con alrededor del 40 por ciento (%) de cuanto estaba previsto a esta altura en el programa de desarrollo, comentó Linares Morell, y según precisó, esto significa que de 140 mil hectáreas proyectadas inicialmente, solo se lograrán plantar en este calendario 68 mil.

Pese a lo crítico del año recién iniciado, refirió, es posible comenzar el paulatino despegue en el propio 2023, y consolidarlo en, al menos, un trienio.

Las empresas deben estudiar todo el potencial investigativo y científico del país y aplicarlo, habida cuenta de que emplear esas valiosas herramientas resulta básico para el necesario crecimiento, destacó el director de la División Tecnológica de Arroz.

Informó que se trabaja con ahínco para convocar al pensamiento científico y creativo de la nación, a respaldar a los cerca de 25 mil productores del cereal existentes en la isla.

Graficó, a tales efectos, plenarias como la que tuvo por sede a Aguada de Pasajeros, el pasado sábado, en la que fueron expuestas las mejores experiencias a escala de país; también las peores, pues de igual manera que algunas empresas son abanderadas, digamos, por ejemplo, en las prácticas agroecológicas, otras están a la zaga.

El objetivo, precisó el especialista, es fomentar y desarrollar un grupo de tecnologías endógenas que permitan el despegue, sin esa amplia demanda de recursos que no se poseen.

La experticia probada de no pocos productores, y el potencial científico vinculado a la esfera, deben incidir en el ascenso de los rendimientos agrícolas y la calidad del grano, sostuvo. 

Añadió que los arroceros cubanos tienen que acostumbrarse a las nuevas condiciones de trabajo, a utilizar menos productos químicos y a emplear un número considerablemente mayor de bioproductos.

Depositó esperanzas en el desarrollo de la producción de arroz agroecológico, el trasplante y la creación de nuevas variedades, con el objetivo de retomar e impulsar el programa.

El directivo resaltó que una real fortaleza para la mayor de las Antillas es su consolidado programa de semillas, pues el arroz del país se autoabastece abastece de ellas y hoy se están desarrollando 12 variedades en producción a lo largo del país, un programa fortalecido por los proyectos de colaboración con Vietnam y Japón.

Se cuenta con variedades de ciclo largo, medio y corto. Además, acotó el funcionario, hay en desarrollo otras cuatro variedades de ciclo corto y baja exigencia de insumos.

Linares Morell acotó que se cuenta con variedades de ciclo largo, medio y corto, y hay en desarrollo otras cuatro variedades de ciclo corto y baja exigencia de insumos.

(ACN)

Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *