¡Los muchachos tienen cada cosas del caraj..!

La Habana, 16 dic.- ¡Los muchachos tienen cada cosas del caraj..! Tengo un estudiante, americanito, que “es un caso”. Se llama David. Siempre anda medio desaliñado. Hay días en que sus pensamientos parecen vagar por lugares ignotos (pensando en las musarañas, dirían algunos). Dicen que es un niño especial. No es amigo de disciplinas escolares. Para algunos maestros, es un dolor de cabeza. Pero, para mí no. En mi clase es un alumno modelo.

Hace unas semanas, David estaba en el aula, con la vista perdida. “¿En qué piensas, David?”, le dije. Me lanzó una mirada enigmática y respondió: “Pienso en la buena suerte que yo tuve de que usted no se muriera cuando cruzó el estrecho de la Florida, en la balsa”. (Mis estudiantes saben un poco de mi historia). “¿Y a qué viene eso ahora hijo?”, le pregunté intrigado por aquella ocurrencia fuera de contexto. David siguió, “Es que si usted se hubiera muerto no sería mi maestro”. A mí se me hizo un nudo en la garganta. Ese día, David me ganó el corazón.

Pero la cosa no paró ahí. Resulta que en la escuela, están haciendo un proyecto llamado “Better World Day”. Es una iniciativa que realizan algunas secundarias de los Estados Unidos. El objetivo es que los jóvenes imaginen y lleven a cabo acciones para mejorar sus comunidades y el mundo. Algunos chicos recogen fondos para ayudar a los desamparados de la ciudad. Otros hacen conciertos en los hogares de ancianos, durante el fin de año. Allí les cantan o les llevan regalos a los abuelitos.

David no sabía qué hacer para “Better World Day”. “No me gusta cantar Sr. Lazo” dijo. “Bueno, pero algo tienes que hacer” sentencié yo. Y así pasaron los días. Esta mañana entró como un bólido al aula: “¡Sr. Lazo, ya sé cuál será mi proyecto para un mundo mejor!” me disparó de sopetón. Yo andaba atareado repartiendo pan con aceite y ajo entre los muchachos de la clase. En mi aula tenemos una máquina de hacer pan. Una vez a la semana echamos a andar el aparatico y los estudiantes amasan, hornean y comen pan hecho por ellos mismos. Yo los he enseñado a comer pan con aceite y ajo. “David, estoy ocupado con el pan. Después vienes y me explicas”, le dije.

“¡De eso se trata señor Lazo! ¡Se trata del pan!”, exclamó el niño. Ni modo. Cuando David se le mete una idea en la cabeza hay que oírlo hasta el final. “A ver hijo”, le dije, para que me dejara tranquilo, “¿cuál es tu proyecto?”. Él contestó sonriendo: “¡Bread, señor Lazo, bread!”. “¿Cómo que pan?”, le pregunté intrigado. “¡Sí, sí! Voy a recoger fondos para comprar una maquinita de hacer pan, igual que la de la clase. ¡Y usted la lleva a Cuba!”. Tragué en seco. “¡Sí señor!”, dijo, y su cara se iluminó! “La mandamos al hogar de niños sin amparo que usted nos enseñó en aquel video!”, continuó “luego voy a recolectar harina y levadura aquí en la escuela y la mandamos también. Y los niños cubanos harán su propio pan, como nosotros. ¿Qué le parece?”. A mí no me salían las palabras. “¿Qué pasa Sr.Lazo, no le gusta la idea?” me preguntó medio preocupado cuando me vio con los ojos aguados.

“Claro que me gusta la idea hijo, claro”, le dije con la voz quebrada. “¡Yes!” exclamó y salió como un cohete por el pasillo de la escuela, diciendo no sé qué cosa de “bread for Cuba” que no pude entender bien.

Yo me quedé pensado en eso que dicen de que David es un niño especial y en que ¡los muchachos tienen cada cosas del caraj.!

(CubaDebate)

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