La Habana, 3 dic.- Estaban conversando normalmente y de repente ¡pum!, no se podían ver ni las caras. Mientras buscaban el celular para alumbrase llamaron por una de las puertas y ordenaron salir a todos de la terminal. Ni tiempo hubo para preguntar siquiera por las razones de aquel atropello.
A estas alturas, ya no resulta raro que continúe la polémica en torno a la Terminal de Ómnibus de Cienfuegos perteneciente a la UEB Transporte, si tenemos en cuenta la mala fama que ha acumulado desde el comienzo de su controvertida restauración, a partir del 20 de octubre de 2016, en la que se invirtieron millones de pesos y cuya culminación se dilató en el tiempo más de lo previsto.
Clara Soto aún recuerda las nefastas experiencias vividas en 2016, cuando pasaron todos los servicios del local hacia la estación de ferrocarriles. “Aquello era un oeste y muchos de los que radican en otros municipios como yo, se acordarán perfectamente. Hubo una pésima gestión en todos los sentidos”, comenta esta señora, que viaja a menudo desde la cabecera provincial hasta su natal Palmira.
Las inconformidades continúan, otras se suman, y las preguntas siguen sin respuestas en el presente: ¿Por qué no se usan las taquillas para una mejor organización? ¿Por qué no se emplean boletines? ¿Dónde están los televisores, ventiladores y las consolas del recinto? ¿Qué pasa con la pizarra informativa y por qué se permite a los usuarios fumar allí?
Ahora, para mayor “diversidad”, cuando hay apagón en la zona, los viajeros tienen que abandonar el interior de la terminal y sentarse fuera, sin razones ni motivos aparentes.
“Yo fui a preguntarle a uno de los guardias y me dijo que teníamos que salir, porque desde que pasaron las lluvias del huracán Ian y se vivió aquel largo apagón de 48 horas, ocurrieron ‘cosas’ dentro del local”, comenta Soto.
Sin aclarar cuáles fueron las “cosas” que sucedieron allí, la población –por comentarios que se generan irremediablemente in situ– asume que fueron sustraídos materiales en medio de la confusión.
Otra interrogante que muchos se hacen gira en torno a la carencia de una pequeña planta de generación eléctrica que pueda apoyar el servicio –al menos– entre 6:30 y 9:30 de la noche, cuando coinciden los horarios de salida de varias rutas como Constancia, Cartagena, Cruces, Lajas, Cumanayagua y Aguada de Pasajeros.
La desazón reina a un costado de esa instalación, en la que se aglomeran más de 100 personas que buscan llegar a sus hogares en los mencionados ómnibus y horarios. “Parecemos vacas que van hacia un matadero cada vez que se va la luz y tenemos que ir para afuera. Esto es inconcebible, mucho más difícil para nosotros los de la tercera edad enfrentarnos a ello cotidianamente”, alega la palmireña.
Si el transporte particular (en máquinas y boteros) es costoso en el horario diurno, este se duplica por la noche, cuando los choferes privados “asesinan” a sus clientes. Estamos hablando de 200-350 pesos a Cruces o Cumanayagua, por ejemplo, y mucho más elevado hasta Aguada. Por tanto, para quien depende del servicio público –como el caso de Clara–, para llegar a sus casas, centros médicos y laborales u otros puntos, utilizar el transporte que oferta la terminal en ese lapso le resulta económico y factible. Sin embargo, ante este nuevo espectáculo que da tanto risa como vergüenza ajena, la población de la provincia de Cienfuegos continúa irritada y con toda razón.
(CubaDebate)