Sin mucho material, pero con solidaridad

La habana, 8 oct.- La Guerrilla echó a andar temprano, no había espacio para las quejas por el frío de la madrugada o el incómodo suelo que encubría como cama. Estábamos todos en el pase de lista, al pie del cañón, deseosos.

Es cierto que ha pasado una semana del desastre pero en La Coloma queda mucho por hacer y aún hay salitre y azufre mezclados con tierra por todas partes. Quizás, para quien no vive en un pueblo cercano a la costa, cueste imaginarse de lo que hablo pero simula un derrame de petróleo, un pantano de arenas negras.

Repartir colchones tal vez sea de lo más sencillo que ha tocado hacer, aunque determinar exactamente dónde está el grado de dificultad para enfrentar las cosas sea subjetivo, sea un límite propio de nosotros los seres humanos. Y es que Juan Pablo se ha dedicado a ello desde que llegó. A simple vista el ejercicio no parece difícil y menos para alguien de casi dos metros de estatura como él.

Sin embargo, no es el hecho de desempacarlos de sus bolsas o acercarlos a las viviendas de las personas más vulnerables en cuanto a su condición física. Es la sensación de poner a cada historia un colchón como cierre.

Sí, a Juan Pablo le satisface ayudar, pero hay historias que traspasan ese gesto. Llega gente a la que observa con cautela desde sus lentes negros antes hablaron de hijos durmiendo en cajas de pescado o del “viejo”que se acuesta en la humedad embalsamada encima de un mueble de madera.

Entonces, no es tan fácil… Aquí el ciclón vino a complicar el doble las cosas, el esfuerzo, la lucha y hasta las ganas de luchar. Y eso se les nota en el rostro.
Mirta se quedó pendiente el lunes para comprar su colchón. Ella tiene un hijo pequeño con cáncer y vive además con dos personas mayores en una casa a la que se le fue el techo como a muchas de las ya vistas aquí.

No sé si en busca de algo para que puedan dormir los suyos pero vino al día siguiente. Llegó hasta la cerca de nuestro campamento preguntando por “el de los espejuelitos”. Trajo café y así fue como supe de Mirta. Supe que no le sobra el café, ni el dinero, ni el tiempo.

(CubaDebate)

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