«El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias», sentenció el comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
El 26 de julio de 1953 constituye una fecha histórica para todos los cubanos, puesto que representa, dentro del calendario de efemérides nacionales de la isla, el Día de la Rebeldía Nacional.
Hace 69 años que el pueblo de la nación caribeña rinde honor a la memoria de la Generación del Centenario que encaró a la dictadura del entonces presidente golpista, Fulgencio Batista, para generar profundas transformaciones políticas, económicas y sociales.
Los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba (oriente), y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo (oriente), despertaron la conciencia popular e iniciaron la gestación del futuro Ejército Rebelde que conseguiría la victoria definitiva el 1 de enero de 1959.
La mañana de la Santa Ana
En la madrugada del 26 de julio de 1953, 131 combatientes, vestidos con uniformes del Ejército de Batista para no levantar sospechas, se organizaron en tres grupos, el primero de los cuales, con Fidel al frente, atacaría el cuartel Moncada.
Los otros dos grupos, comandados por Abel Santamaría y Raúl Castro, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel: el Hospital Civil Saturnino Lora, donde se atendería a los heridos, y el Palacio de Justicia, desde cuya azotea apoyarían la acción principal.
Poco después de las 4H00 de la madrugada, todos comenzaron a salir en los autos hacia la ciudad de Santiago de Cuba (oriente). Los grupos dirigidos por Abel y Raúl cumplieron su objetivo. El grupo principal, dirigido por Fidel, llegó según lo previsto hasta la posta No. 3, la desarmó y traspuso la garita.
Sin embargo, el factor sorpresa quedó frustrado cuando una patrulla de recorrido llegó inesperadamente. Por otra parte, un sargento también apareció de improviso por una calle lateral y comenzó un fuerte intercambio de disparos que alertó a la tropa superior en hombres y atrincherada dentro de la fortaleza.
Otro elemento adverso fue que los atacantes no pudieron contar con varios automóviles donde iban las mejores armas, pues sus ocupantes se extraviaron antes de llegar al Moncada en una ciudad que no conocían.
Comprendiendo que continuar la lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada. Al mismo tiempo que esto ocurría en Santiago, 28 revolucionarios asaltaban al cuartel de Bayamo, operación que también fracasó.
Convertir los reveses en victorias
Aunque la gesta del 26 de julio de 1953 terminó en una derrota militar, los hechos acontecidos fueron trascendentales para el pueblo cubano y para el movimiento de liberación nacional que se iniciaba.
«En primer lugar inició un período de la lucha armada que no terminó hasta la derrota de la tiranía. En segundo lugar, creó una nueva dirección y una nueva organización que repudiaba el quietismo y el reformismo, que eran combatientes y decididos y que en el propio juicio levantaban un programa con más importantes desmanes de la transformación socioeconómica y política exigida por la situación de Cuba», expresó el general de Ejército, Raúl Castro Ruz, al referirse a la importancia histórica de este acontecimiento.
Por su parte, el comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, sentenció que “el Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias. No fue la única amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha victoriosa de nuestro pueblo. Trincheras de ideas fueron más poderosas que trincheras de piedras. Nos mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las ideas, y nos dejó la lección permanente de la perseverancia y el tesón en los propósitos justos”.
(Tomado de TeleSurTV.net)