La Habana, 13 jul.- Karla Santana cree en las utopías. Aunque lo romántico suele desencajar por estos tiempos, ese ha sido su impulso desde que tiene memoria. Es, también, su asidero en las funciones de dirección nacional de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), una de las organizaciones más emblemáticas del país.
A sus 23 años, la estudiante de Derecho se define como fidelista, martiana y comunista. Tanto, que eligió dedicarse al mundo de las leyes, cautivada por los hombres y mujeres que estudiaron esa profesión en la historia del proceso revolucionario.
También lleva en las venas “el bichito” del magisterio. “Te digo, a riesgo de que mis profes de la carrera me regañen, que, si pudiera, me haría profesora de una escuelita rural”, confiesa a Cubadebate. Pero, ¿a quién le agradece esa otra vocación?
Su madre ha sido guía y formadora de valores en cada etapa de su vida. “Mi mamá es maestra. Tenía un estante en su aulita repleto de libros y fotos de Fidel. Todos los días les leía a sus niños algo de él, y yo, que la visitaba a menudo, me comencé a encantar con la Revolución y con la posibilidad de compartir saberes desde el magisterio”, recuerda.
Pero su abuela también moldeó a la joven que es Karla hoy. La curtida mujer, que había participado en la clandestinidad, le contaba a su nieta las historias del Movimiento 26 de Julio, entre alguna que otra décima dedicada a la Revolución.
“Recuerdo con especial cariño que, siendo aún muy chiquita, mi mamá y mi abuela me pedían que no merendara hasta no cerciorarme de que todos los niños del aula tenían qué comer. Si en mi minuciosa búsqueda encontraba algún “náufrago”, debía partir mi pan con aceite a la mitad.
“Ellas son las causantes de la forma en que me entiendo como revolucionaria. A ellas pídanles cuentas si soy eufórica cuando hablo de este proceso. Pero también está mi tío, que fue combatiente en Angola y mi tía, que es una Mariana. En realidad, casi toda mi gente cree que la Revolución es el bien superior, desde que encontró en ella una realidad distinta, justa y emancipadora”, comenta.
Karla comprendió la forma progresista de asumir la vida desde muy temprano. Hizo las guardias pioneriles como quien desempeña su primera gran responsabilidad. Fue a casi todos los desfiles por el 1ro de mayo, recitaba poesías patrióticas, le contaba historias a Justina -la viejita de la cuadra- y caminaba con René, su vecino, cuando se quedó ciego y tenía que aprenderse el camino con el bastón.
Su primer acercamiento a la FEU ocurrió en el preuniversitario. Las responsabilidades asumidas en la FEEM la llevaron a compartir espacios con esos estudiantes mayores, que le enseñaron, entre otras cosas, a ser revolucionaria desde los tiempos modernos.
Cuando ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana ya era, como dice ella, “un soldado de la Revolución”.
“Fue en la FEU donde conocí de cerca a Mella. Quedé pasmada. Después descubría a Villena, a Frank y a José Antonio. Su verbo encendido me descolocó. Me sentía en deuda con aquellos mártires casi niños. Por eso estoy llamada a aportar al futuro de la Revolución, desde la organización que nos legaron”.
A día de hoy, Karla discierne los retos de la FEU en un entorno bombardeado por mensajes hegemónicos y discursos de odio. Por ello, alerta que se deben identificar los errores y corregirlos desde dentro.
«Tenemos que construir una FEU más horizontal, con la brigada como centro y espacio donde se fragüen los más impetuosos sueños. Debe ser una organización que discuta en su seno y reconozca que la diversidad de pensamiento es una realidad, pero no un fin. Porque la heterogeneidad política es un hecho, pero el desarrollo necesita consenso”, enfatiza.
La dirigente juvenil explica que la organización más antigua del país debe hacer de la universidad un patrimonio del pueblo. Para ello, urge que los conocimientos trasciendan los muros de las facultades y pasen a ser herramientas transformadoras de la realidad. También es necesario reinventarse los procesos comunicativos y conectar los proyectos individuales de los estudiantes con las metas integrales de la organización.
Para repensar esos aspectos, la FEU desarrolla este año un espacio en el que su presidenta está volcada casi a tiempo completo. Se trata de su X Congreso, en ocasión de su centenario; un evento que comenzó a celebrarse en las brigadas desde el mes pasado.
En ese proceso, Karla y los dirigentes que la acompañan aspiran a desarrollar un debate profundo, polémico y enriquecedor, que sea punto de partida para lograr una participación masiva y consciente de los estudiantes.
“Queremos que el congreso concrete la vocación social de la FEU. Como el Che, debemos saber que hay sacrificios delante de nosotros y que tenemos que esforzarnos por el hecho heroico de constituir una vanguardia como nación. Este congreso aspira construir vanguardias”, afirma.
Para la joven, la labor al frente de la FEU es parte de su vocación de edificar. Tiene sueños, una vida por delante y cree en la justicia y en la acción transformadora para lograr un mundo mejor. Ese es, en definitiva, el modo más genuino de hacer Revolución.
(PL)