Florida, 19 mar.- En medio de la colosal batalla librada por el retorno del niño Elián González Brotons a su familia y a su Patria, el 19 de febrero del año 2000 en la gloriosa arboleda de Baraguá, en Santiago de Cuba e inspirado en el ejemplo intransigente de Antonio Maceo, el pueblo de Cuba juró una vez más resistir y vencer, esta vez en un nuevo escenario de lucha contra el imperialismo en el terreno de las ideas.
Rememorando la histórica protesta protagonizó el Titán de Bronce el Comandante en Jefe Fidel Castro leyó el documento en que denunció las burdas manipulaciones de despachos cablegráficos divulgados por varios órganos de la prensa norteamericana, alusivos al cansancio del pueblo cubano y al agotamiento de las fuerzas ante la monstruosa injusticia que se cometía contra el niño y su familiares.
Y reflexionaba el Líder Histórico de la Revolución “¡Qué mal conocen a nuestro pueblo!”… Y tras rememorar la Operación Peter Pan que en los primeros años de la Revolución provocó el traslado a Estados Unidos de 14 mil niños cubanos con el apoyo de sus propios padres aseguró que “En la lucha por la devolución de ese niño están en juego muchos valores y principios, todos los cuales son irrenunciables”.
Conocido desde entonces como Juramento de Baraguá, el texto es una contundente denuncia a todos los actos de agresión que desde el imperio más poderoso del mundo se cometen contra la nación antillana: el bloqueo y la guerra económica, los planes de subversión, diversionismo ideológico, sabotaje, desestabilización interna; las leyes como la Helms-Burton, Torricelli y numerosas enmiendas para hacer más riguroso el bloqueo, a fin de aplastar por hambre y enfermedad a nuestro pueblo.
Todos, decía Fidel, son “hechos considerados como actos de genocidio aun en tiempo de paz … y constituyen un conjunto de factores que obstaculizan nuestro desarrollo y compulsan la emigración”, y después de reclamar el cese de las agresiones, las amenazas, las campañas subversivas y los planes de desestabilización Fidel expresó: «Tenemos derecho a la paz, al respeto de nuestra soberanía y nuestros intereses más sagrados. Cuarenta años de infamia no han podido doblegar nuestra voluntad de lucha. No nos hemos cansado ni nos cansaremos”.