El 13 de octubre fue una jornada de reflexión y debate para salvaguardar al sector azucarero

Octubre, 2025.- El municipio de Florida se incluyó desde hace siglos entre los más poderosos del país por su industria azucarera; dos centrales refinerías, decenas de unidades y cientos de caballerías de tierra sembradas de caña y miles de hombres y mujeres vinculados al quehacer productivo en el sector formaban parte de una cultura envidiable para muchos.

Año tras año, a partir de los meses de noviembre y diciembre el aroma de las mieles, el bagacillo y el pito de los centrales indicaba el inicio de la zafra, en un pueblo donde fabricar azúcar, celebrar cumplimientos después de cada jornada diaria y festejar el triunfo al final de la contienda eran la realidad cotidiana en bateyes y comunidades.

El inicio del período especial en la década de los 90 del pasado siglo fue el primer golpe demoledor para el ámbito agroazucarero del país: la creación primero de las denominadas Unidades de Producción Cooperativas Cañeras no cumplió al cabo con el objetivo propuesto y dejó un sabor amargo a partir de la división de colectivos, el reparto de insumos, que en muchos casos desaparecieron poco a poco, el deterioro productivo provocado por la falta de sentido de pertenencia, la improvisación en el trabajo de los cuadros, la escasez de materiales y piezas de repuesto y otros recursos imprescindibles, además del mal uso de los mismos, se convirtieron en realidades funestas.

El descontrol y el despilfarro indecente, la desaparición de las empresas azucareras municipales, el cierre de centrales inactivos, el déficit en la reserva de caña, y el abandono y éxodo de la población agrícola vinculada con este renglón económico dieron al traste con el poderío de la referida industria en Florida y en otros territorios del país.

Hace algunos años se lanzó el reto gigantesco de salvaguardar al sector azucarero; sin dudas tal propósito puede parecer una utopía en estos tiempos, cuando el bloqueo estadounidense contra Cuba y la pérdida de recursos humanos y personal especializado, junto al poco avance de la siembra de la gramínea, dibujan un panorama retador y difícil de colorear con tonos menos oscuros que los actuales.

Cada día en Florida se habla menos de caña y de azúcar, salvo para recordar la ausencia casi total de estos productos en bodegas, comedores y centros de elaboración de alimentos.

Sin embargo, la palabra de orden no puede ni debe ser la rendición, o el abandono del camino hacia la recuperación, existen y deben ponderarse alternativas y oportunidades que pueden respaldar el desarrollo cañero azucarera, incrementar la obtención de derivados y mejorar la calidad de vida de los trabajadores del sector y sus familias.

Avanzar en esa ruta demanda, entre otras prioridades: mayor control estatal y empresarial; el empleo de facultades concebidas por el Gobierno central; uso racional, honesto, eficiente y verificable de los recursos; y junto a ello, inteligencia de los jefes y consejos de dirección; utilizar la ciencia y la innovación en beneficio de la producción; combate real contra la corrupción; además de la atención a los bateyes y poblaciones dedicadas al fomento cañero azucareros para detener el éxodo y deterioro de fuerza de trabajo.

Ganar la batalla de la recuperación del sector exige también detener el relajo en algunos sitios; fortalecer el sentido de pertenencia; estimular, convocar y explicar realidades y necesidades coyunturales.

El azúcar es cultura cubana; fue la principal fuente de riqueza del país durante siglos y se mantiene como producto de gran demanda en la población local y en el mundo; sin ese edulcorante puede haber nación, pero se pierde una parte inmensa de nuestra identidad, y corresponde a los colectivos del sector encabezar la zafra por salvarse y salvar esa industria imprescindible.

La reciente celebración del Día del Trabajador Azucarero más que a fiesta fue un llamado a la reflexión y debate sobre cuánto se hace y lo que falta por adelantar en la ruta de levantar la caña, convertirla en azúcar, aprovechar derivados, exportar cuanto sea posible, ingresar dinero, mejorar salarios, reorganizar la fuerza humana y salir al limpio con el machete de la voluntad y la inteligencia bien afilado y la tarea cumplida.

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Acerca de Pedro Pablo Sáez Herrera

Licenciado en estudios Socioculturales de la Universidad de Camagüey. Diplomado en Periodismo. Labora como periodista en Radio Florida atendiendo sectores como Salud Pública, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, Trabajo y Seguridad Social, entre otros. Contactos: Twitter: @SanPPZeta Facebook: Pedro Pablo Sáez

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