Cuando se habla de narcotráfico en este continente, generalmente se piensa en México en primer lugar, Colombia algo cercano y más lejos en Brasil, Argentina, Perú y Ecuador, pero nunca se señala a Estados Unidos, el mayor consumidor, pero quizás también el de mayor número de entidades dedicadas al lucrativo y criminal negocio.
Por estos días se habla de la disminución de los delitos al respecto en México, pero no hay que olvidar que hay mayores percances al respecto en Brasil, que se ha apoderado del camino de la droga y el contacto mayor que tenía Colombia, además de la expansión al respecto en Perú y Argentina, con una tremenda trepidación en Ecuador, donde los delincuentes estuvieron a punto de dar un golpe de Estado.
Pero en nada se menciona a Estados Unidos, el causante del tráfico de armas que fluye alegremente hacia los cárteles de droga mexicanos sin que las autoridades fronterizas norteamericanas se den por aludidas.
A menudo se publica en los medios occidentales acerca de los jefes de cárteles de México capturados o perseguidos para extraditarlos a Estados Unidos, pero es en este país donde reside la mayor telaraña secreta y virtualmente mimetizada de las cabezas del mal que envenena y acaba con la vida de millones de personas.
CAPOS DE CUELLO BLANCO
Reitero: los narcos en Estados Unidos viven mimetizados para no despertar sospechas de las autoridades, mientras el tráfico de drogas funciona como una telaraña.
Es muy difícil que exista un “Chapo Guzmán estadounidense”, no porque se muevan millones de dólares y existan traficantes de drogas en ese país -el mayor consumidor de cocaína del mundo-, sino por la forma en la que se organiza el narcotráfico en Estados Unidos, que cuenta con infiltrados en la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), expulsada de varios países con gobiernos progresistas por su colaboración con mafias locales y elementos golpistas.
Desde mediados del siglo pasado se ha sabido de capos de la droga con nacionalidad de Estados Unidos, pero la probabilidad de que uno de ellos realice la producción, traslado, distribución y comercialización de una sustancia ilícita es muy baja.
No existen cárteles famosos, como los mexicanos; ni grupos armados que se disputan territorios de cultivo de coca, como en Colombia. Sin embargo, sí hay organizaciones dedicadas al narcotráfico en Estados Unidos que transportan estupefacientes por todo su territorio.
Los narcotraficantes y organizaciones que forman parte del primer eslabón dentro de Estados Unidos son los que tienen cierto rango y capacidad de pagar por una carga recién llegada desde México. A través de ellos, la cocaína y drogas sintéticas comienzan a viajar a los diferentes mercados existentes en el extenso territorio estadounidense. “Estas organizaciones compran a granel los cargamentos de droga a los mexicanos, pero no es que los mexicanos no tengan la capacidad de distribución. No les interesa”, explica a BBC Mundo Jesús Esquivel, autor del libro “Los narcos gringos”.
El investigador sostiene que los carteles latinoamericanos saben que son menos vulnerables a capturas o a una confiscación de la carga al utilizar intermediarios locales “que se pueden diseminar fácilmente dentro de la sociedad estadounidense sin llamar la atención”.
Consultado respecto a por qué entonces las agencias de seguridad estadounidenses anuncian con frecuencia la detención de ciudadanos de México y otros países por llevar sustancias controladas, el periodista señaló que son muchos más los casos de estadounidenses, pero que no reciben atención por los medios de comunicación, porque no están vinculados a hechos violentos.
Otro investigador, Hernando Zuleta apunta que uno de los motivos por los que las organizaciones estadounidenses y sus líderes son poco conocidos es su forma de actuar: “En el microtráfico tienen mucha presencia las pandillas estadounidenses y de diferentes países centroamericanos, pero no se llevan la parte grande del pastel. Entonces todo el mundo se pregunta quiénes son los líderes gringos, porque tiene que haberlos”.
El también profesor universitario explica que los “jefes de la distribución en el interior de Estados Unidos”, por lo que se sabe, manejan un perfil muy distinto a la imagen instalada del narcotraficante latinoamericano y que han logrado exportar ese modelo. “Son mafiosos que no parecen mafiosos”: los narcos “invisibles” que controlan el tráfico de cocaína y “se mimetizan en la clase media alta”.
LA TELARAÑA
El primer eslabón de la cadena es el comprador mayorista que adquiere las sustancias controladas que llegan desde Latinoamérica, Asia y otras partes del mundo. A partir de allí sigue una red de grupos y prestadores de servicios que se extiende hasta los mercados en los más de nueve millones de kilómetros cuadrados que tiene EE.UU.
Las estimaciones más conservadoras sostienen que solo la cocaína mueve más de 100 000 millones de dólares en ese país. Otras de las sustancias que se consumen son la marihuana (legal bajo diferentes modalidades en algunos estados), las metanfetaminas, la heroína y el fentanilo, cuyos niveles de mortalidad alarmaron a Estados Unidos.
Entre los compradores a granel, existen clubes de motociclistas que tienen ramificaciones en muchas ciudades y, por ello, son difíciles de detectar. Y es que un cártel mueve toneladas de cocaína, pero al entrar a Estados Unidos son miles de estadounidenses los que se encargan de repartir esas toneladas en partes cada vez más pequeñas.
A su vez la ya mencionada DEA reconoce la existencia de grupos criminales locales y pandillas vinculadas al negocio de los estupefacientes, pero, sospechosamente, le otorga mucho mayor protagonismo a los mexicanos y resta importancia a las mafias locales.
PERO TODO EN ESTA VIDA, SE SABE
La Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Trasnacional, organización no gubernamental con sede en Ginebra, Suiza, elaboró un índice mundial que revela que entre los rubros menos conocidos de su capítulo estadounidense, hay “miles de pandillas activas, involucradas en drogas, armas y tráfico humano, que son violentas. También se mantienen cinco grandes familias que descienden de la Cosa Nostra, que tienen control en Nueva York, el sur de Nueva Jersey y Filadelfia. Existen también las pandillas de motociclistas, que operan en el mercado de las drogas, particularmente transportándolas por las fronteras”.
Entre estas mafias en Estados Unidos siguen activas las familias criminales de Bonanno, Búfalo, Cleveland, Filadelfia, Pittsburgh, DeCavalcante, Gambino, Genovese y Patriarca, así como Outfit de Chicago y Mafia Estadounidense.
Pero hay más atomización de organizaciones criminales en Estados Unidos, y la DEA ubica por lo menos a ocho cárteles estadounidenses con alcance organizacional en toda la Unión Americana: Latin Kings, California Mexican Mafia, 18th Street, Bloods, Pagan’s OMG, Crips, MS-13 y Hells Angels.
Falco Ernst, uno de los investigadores en jefe de la organización Crisis Group, rechazó en entrevista con la BBC Mundo que sean mexicanos los que controlen todos los eslabones de la cadena hasta llegar al comprador final.
Ahora, el presidente electo de Estados Unidos, quiere aplicar una más fuerte política contra los inmigrantes, para, dice entre otras cuestiones, acabar con los narcotraficantes, pero, para ello, tendría que comenzar por casa.
Tomado de Cubasi