Enero, 2025.- El 11 de enero de 1980, hace ya 45 años, falleció en La Habana Celia Sánchez Manduley, combatiente revolucionaria, política e investigadora cubana; integrante del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la antigua provincia de Oriente que asumió la distribución del alegato de Fidel La Historia me absolverá, y por orientaciones de Frank País organizó la red clandestina de campesinos vital para la supervivencia de la guerrilla después del desembarco del Granma.
Celia nació el 9 de mayo de 1920 y fue mucho más que la temeraria heroína, capaz de disfrazarse de embarazada o de arrastrarse entre las espinas de un tupido marabuzal para burlar una feroz persecución de la policía; y en el día de Reyes salía a repartir juguetes por todo el pueblo, pues, según cuentan, se pasaba el año ahorrando y haciendo alcancías para cuando llegara el 6 de enero.
La sencillez era uno de sus más honorables valores, y el bienestar de su pueblo, su independencia, y el establecimiento de un nuevo modelo social, los objetivos primarios de su existencia; por esos principios y bajo los seudónimos de Norma, Carmen, Liliana y Caridad, se incorporó a las acciones revolucionarias contra Fulgencio Batista y sus esbirros.
Fue la primera mujer en unirse como soldado a los rebeldes en la Sierra Maestra y se ganó la confianza incondicional de su líder Fidel Castro, en quien creía con vehemencia; a su extensa labor en la lucha revolucionaria, se debe, además, la creación del pelotón Mariana Grajales, integrado solo por mujeres.
Al evocar a Celia Sánchez se recuerda a la mujer que expresa lo autóctono por su legítima cubanía; siendo diputada al Parlamento, secretaria del Consejo de Estado, e integrante del Comité Central del Partido Comunista, nunca dejó de comportarse con su gracia y acento campesinos, de gente del pueblo, por lo que se le reconoce como “la flor autóctona de la Revolución”.
Considerada madre adoptiva de muchos cubanos su voz estuvo presente en las decisiones más importantes adoptadas en la Revolución en las primeras décadas, etapa en que se dedicó, también, a recoger y organizar toda la información referente a la lucha guerrillera, lo que propició la creación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado en 1964.
