Pretoria, 4 sep.- Un pequeño meteorito que aterrizó a fines de agosto en el sur de Sudáfrica provocó un revuelo nada proporcional a sus exiguas dimensiones.
El día 25, residentes de la Garden Route, Karoo y las provincias de Eastern y Western Cape, así como de Free State, observaron una brillante franja de luz azul-blanca con tientes anaranjados en el cielo, lo cual, en dependencia del observador, dio pie a numerosas especulaciones, entre las cuales no faltaron “pequeños hombrecitos verdes”.
Según explican ahora expertos de las Universidades Rhodes, Nelson Mandela y Witwatersrand (Wits), el meteorito, bautizado Nqweba por la zona donde cayó, después de dividirse en varios fragmentos más pequeños, desapareció la vista.
Poco después, los testigos informaron de explosiones, rastro sonoro producido por la velocidad supersónica con que viajaba durante su entrada en la atmósfera.
De acuerdo con un comunicado de esos centros de estudios, encargados de la investigación, se cree que el Nqweba es un meteorito acondrítico, específicamente un tipo raro dentro del grupo Howardita-Eucrita-Diogenita (HED).
El fragmento mayor recuperado pesa menos de 90 gramos y tiene un diámetro de menos de cinco centímetros. No obstante, los científicos esperan encontrar partes mayores.
Se supone que al momento de penetrar en las capas densas de la atmósfera a unos 20 kilómetros por segundo y fragmentarse en un número aún indeterminado de trozos menores, el meteorito tenía un diámetro medio de unos cuatro metros, el tamaño de un automóvil mediano.
Para ello el profesor Deon van Niekerk, de la Universidad de Rhodes, obtuvo un permiso de la Autoridad de Recursos Patrimoniales Provinciales de Eastern Cape para recuperar todos los fragmentos a fin de llevar a cabo su análisis científico.
Estos meteoritos, según el texto, proporcionan información valiosa sobre el funcionamiento interno de otros cuerpos planetarios, ofreciendo a los científicos una visión de procesos como los que formaron las rocas de la Tierra.
Afortunadamente, dadas sus pequeñas dimensiones, el Nqweba no provocó daños de ningún tipo.
Muy diferente fue el caso del meteorito que hace algo más de dos mil millones de años impactó en lo que hoy conocemos como Sudáfrica, dejando el llamado cráter de Vredefort, a unos 120 kilómetros de la ciudad de Johannesburgo, con 190 kilómetros de radio.
Por suerte, en aquella época no había ni dinosaurios que matar.
Tomado de Prensa Latina