Septiembre, 2024.- Prometimos regresar y de hecho lo hacemos sobre el polémico tema de si Cuba sigue siendo o no esa potencia médica construida por la Revolución, bajo la guía de Fidel Castro, con el protagonismo de miles de profesionales, técnicos y operarios que aprovecharon las múltiples oportunidades de acceso al estudio de Ciencias Médicas y al empleo digno ofrecidos por el socialismo luego del triunfo del 1.º de enero de 1959.
Esta verdad histórica no debiera olvidarse jamás, y menos por aquellos cuyos abuelos, antes de la epopeya victoriosa de la Sierra Maestra, ni siquiera podían soñar con un doctor o un enfermero en sus familias, sobre todo entre los millares de pobres y negros discriminados, desposeídos y desempleados, sin esperanza alguna de obtener un título universitario para los hijos bajo las condiciones de desigualdad y exclusión social existentes en este país durante la República neocolonial.
Una potencia médica, desde el punto de vista humano, no solo se mide por el número de tecnologías y recursos disponibles, sino, sobre todo, por el nivel de acceso de las mayorías a los estudios, servicios y beneficios del sistema de salud en cuestión.
Y yo les pregunto, por ejemplo, ¿cuánto valor tiene para los pacientes pobres o de bajos recursos que sufren insuficiencia renal crónica en Estados Unidos, o en Colombia, contar con centros y metodologías de diálisis y hemodiálisis de última generación, cuando se conoce que el tratamiento allí se fija entre los 90 mil y 32 mil dólares, respectivamente?
La doctora Holly Mattix-Kramer, nefróloga presidenta de la Fundación Nacional del Riñón en Estados Unidos, destacó que en ese país “los costos del tratamiento suben y suben a medida que la insuficiencia renal empeora”.
Según datos de la revista digital de la American Association of Retired Persons (AARP), para acceder al programa del Medicare, que protege la atención al paciente renal crónico, se debe contar antes con suficientes créditos laborales acumulados o tener más de 65 años de vida.
En México una tercera parte de los pacientes renales crónicos no acceden al servicio de hemodiálisis, y quienes logran atención la reciben en condiciones poco favorables, lo cual incrementa los niveles de mortalidad, mientras que muchos otros países del mundo carecen de recursos para adquirir los equipos necesarios o cubrir ese tratamiento para la totalidad de las personas que lo demandan.
Preguntémonos ahora ¿cuál es la realidad cubana, o mejor, la de este municipio de Florida ante el dolor de ese padecimiento y las necesidades de los afectados?
Quizá quienes no hayan vivido de cerca, o en carne propia el sufrimiento y desgaste físico, psicológico y familiar que provoca la insuficiencia renal crónica, no puedan valorar en su justa medida la existencia aquí de una Sala de Hemodiálisis, con cinco riñones artificiales, que costó miles de pesos y una cifra significativa de divisas.
En ese espacio del hospital pediátrico Leopoldo Rey Sampayo le salvan la vida a unos 30 pacientes que cada 48 horas deben acoplarse a una máquina para lavar su sangre. Estos floridanos, vivan donde vivan, sean quien sea, tengan recursos o no, cuentan con un servicio de taxis de guardia para el traslado puntual hacia y desde la referida institución médica, para ser atendidos día y noche por un equipo de especialistas convertidos casi en su propia familia.
Les puedo asegurar, con pleno dominio del tema, que ninguno de ellos conoce cuánto cuesta aquí, siquiera, la gasolina para su transporte, y mucho menos el gasto que incluye una sesión de cuatro horas de hemodiálisis, porque aun en medio de fuertes limitaciones económicas y carencias de todo tipo, este servicio lo reciben de manera gratuita, inclusiva, humana y solidaria, con respaldo del presupuesto del Estado cubano, apoyado por la obra inacabable de la Revolución en la esfera de la salud.
Entonces mi gente, con el debido respeto al criterio de cada uno, me atrevo a recomendar que pensemos mucho mejor antes de clavar puñales verbales, o ensañarnos en las heridas de una potencia médica que, frente a desafíos históricos y actuales, salvó la vida de su pueblo más de una vez, y trata de sobrevivir ella misma “con todos y para el bien de todos”.
Vea también: Cuba ya no es la potencia médica que fuera durante muchos años (+Audio)