Cerro Pelado: una travesía hacia la gloria

Cerro Pelado: una travesía hacia la gloria

La Habana.- SOBRE hazañas dentro y fuera de los terrenos de juego se ha cimentado la historia del deporte en Cuba, escrita por hombres y mujeres que siguen representando a una nación asediada desde todos los frentes, pero que no ha renunciado a la dignidad, a la libertad y a la soberanía.

La entrega y consagración a toda prueba de quienes han llegado –o no– a conseguir medallas olímpicas y mundiales ha sido constante, pero una de las más grandes pruebas de entereza aconteció hace 58 años sobre un barco que surcó el Caribe, y en cuya cubierta se vivieron momentos inolvidables.

La Declaración del Cerro Pelado -nombre de aquella embarcación- será por siempre una trascendental muestra de firmeza e incuestionables principios que desde sus orígenes ha caracterizado al Sistema Deportivo Cubano.

En aquellos gloriosos días quedaron expuestas ante el mundo las maniobras del gobierno de Estados Unidos para impedir a toda costa la participación de Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Juan 1966, en Puerto Rico; pero también la contundente respuesta de jóvenes deseosos de representar con decoro a su país y de defender los valores de una Revolución que había convertido al deporte en un derecho irrenunciable.

En la voz del entonces presidente del Inder, José Llanusa Gobel, se denunciaron las acciones orquestadas desde Washington contra el desarrollo de una pequeña Isla que desafiaba el poder imperial y pretendía convertirse en referente de humanismo e igualdad social.

Cuentan quienes protagonizaron aquella epopeya que fue siempre la guía del Comandante en Jefe Fidel Castro su principal inspiración. De él surgió la idea de acondicionar el buque Cerro Pelado para trasladar a la delegación hasta la vecina isla, así como la planificación de cada uno de los detalles de aquella travesía rumbo a la gloria.

Los momentos de tensión de aquellas jornadas previas a la inauguración oficial del certamen, las amenazas recibidas y la incertidumbre antes del otorgamiento de las visas para poder desembarcar en la capital boricua, no podrán ser nunca olvidados. Formarán por siempre parte de la historia como ejemplo de lo que puede ser capaz un pueblo en defensa de las ideas más nobles y dignas.

Las imágenes de los deportistas de aquella delegación entrenándose sobre la cubierta del buque sin claudicar ante las acciones intimidatorias a las que fueron sometidos, forma parte imborrable de una victoria colosal.

Los nombres de campeones del atletismo como Enrique Figuerola, Hermes Ramírez, Carmen Romero o Lázaro Betancourt, del esgrimista José Antonio Díaz, el ciclista Raúl Vázquez, los baloncestistas Ruperto Herrera y Margarita Skeet o los voleibolistas Gilberto Herrera y Ayda Lominchar afloran al repasar una gesta que desde entonces ha trazado la ruta de generaciones de cubanos que orgullosamente han defendido a la Patria desde los escenarios deportivos.

Aquel acto de firmeza y valentía tuvo como colofón la conquista de 35 preseas de oro, 19 de plata y 24 bronce, cosecha que permitió a la delegación cubana ocupar el segundo lugar del medallero.

Sin embargo, nada fue más importante entonces que la convicción de que el mayor premio sería representar dignamente a la Patria y regresar con la enorme satisfacción del deber cumplido.

Y los hombres y mujeres que conformaron la delegación del Cerro Pelado, ¡cumplieron!

Tomado de JIT

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