Mayo, 2024.- Fue el comandante en jefe Fidel Castro Ruz quien calificó como El Capitán de la Clase Obrera a Lázaro Peña González, humilde torcedor de tabaco que con tan solo tercer grado de escolaridad logró, de forma autodidacta, alcanzar un elevado nivel cultural, que le posibilitó luchar con destreza por los derechos de los trabajadores cubanos.
Nacido el 29 de mayo de 1911, comenzó en el sindicalismo organizando protestas contra los bajos salarios en el sector tabacalero; se enfrentó a la dictadura de Gerardo Machado y en 1929 ingresó en el Partido Comunista, a cuyo Comité Central perteneció a partir de 1934; sufrió prisión en varias ocasiones por su ferviente labor sindical, en que fue ocupando cargos en los distintos niveles hasta el de secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Lázaro Peña fue una figura significativa en la fundación de la Confederación de Trabajadores de América Latina en 1938 y en 1945, estuvo entre los fundadores de la Federación Sindical Mundial y desde entonces ocupó cargo en ella como miembro del comité ejecutivo al ser elegido secretario y vicepresidente en 1953, responsabilidad que desempeñaba al fallecer el 11 de marzo de 1974.
Después del triunfo revolucionario Lázaro Peña González se reincorporó como simple soldado a las labores de reconstrucción del Movimiento Obrero Cubano y desplegó una destacada actividad a escala internacional con la creación del Congreso Permanente de Unidad Sindical de los Trabajadores de América Latina.
Por sus grandes méritos y capacidad organizativa fue seleccionado como miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desde su constitución en 1965; en el XI Congreso Nacional Obrero fue elegido nuevamente en 1961 secretario general de la CTC hasta 1966 y otra vez más, la última de su revolucionaria existencia, durante el XIII Congreso de 1973.
De él expresó Fidel “Su escuela fue la fábrica, el taller, el trabajo, la explotación, la lucha misma, y como hombre de singular calidad humana, de lúcida inteligencia, de férreo carácter, fue sensible a los sufrimientos de su clase”.