La información a las autoridades españolas sobre la muerte de José Martí en el combate de Dos Ríos la proporcionó el coronel José Ximénez de Sandoval, quien, en la mañana del 20 de mayo de 1895, desde el poblado de Remanganagua, envió un telegrama a los generales Salcedo y Gasco, dándoles cuenta del encuentro con la tropa mambisa y de la muerte del «titulado Presidente Don José Martí».
A partir de ahí comienzan a divulgarse una serie de informaciones falsas e inexactas sobre lo acontecido en Dos Ríos, al punto de que, días después, todavía en Cuba y en el extranjero se creía que el Apóstol estaba vivo.
En Nueva York, Gonzalo de Quesada y los miembros de la Junta Revolucionaria Cubana, al conocer la noticia de la caída de Martí en la manigua, por medio de la prensa, quedaron desconcertados. No lo podían creer, porque provenían de fuentes españolas. Para ellos era impensable que el Maestro pudiera perecer, como publicaban los periódicos.
DÍA 21: MENSAJE DEL GENERAL SALCEDO A MARTÍNEZ CAMPOS
«…Máximo Gómez le manifestó que Martí había caído en poder de los españoles gravemente herido y contuso: desean asegurarse si Martí había sido enterrado con los soldados muertos por su partida los hizo desenterrar por el confidente y otros».
El día 21 en Nueva York, ante la incertidumbre de lo que realmente le había ocurrido a Martí, Quesada le dio la misión al joven patriota cubano Ricardo Muñiz, para que se trasladara a la ciudad de Santiago de Cuba y verificara allí si era cierta o no la dolorosa pérdida.
DÍA 22: LO QUE PUBLICARON LOS PERIÓDICOS YANQUIS
El New York World, en su edición nocturna, publicaría: «¿Existen dos Martís?», añadiendo luego, «Los partidarios de los cubanos en La Habana creen cierta la noticia de que José Martí ha muerto.
«Los líderes en Nueva York ridiculizan la noticia».
Día 22, Habana, Cuba.– El parte de que José Martí fue muerto en la batalla cerca de Boca de Dos Ríos se acepta como cierto por los partidarios de los cubanos aquí.
«Yo todavía sigo pensando que el general Gómez no tomó parte en el combate, aunque se dice que fue grave sino mortalmente herido.
«Tengo noticias bastante fidedignas de que Gómez y Martí se separaron antes del encuentro de Dos Ríos. Martí, que estaba con Masó, debía abandonar la Isla.
«Gómez, según sus últimos informes, debió estar más cerca de la Provincia de Camagüey que del lugar donde se verificó la batalla».
New York World, día 22, La Habana, Cuba.– «Hay gran regocijo en los círculos oficiales por la derrota insurrecta en el este de Cuba y por la muerte de José Martí. El general Salcedo es objeto de grandes elogios.
«Como ya cablegrafiado, el general Salcedo envió al coronel Sandoval con tropas para atacar a los insurrectos, calculados en unos 700 hombres, bajo el mando de José Martí, Máximo Gómez, Masó y Borrero, quienes intentaban cruzar el río Cauto e invadir a Puerto Príncipe. Los insurrectos fueron encontrados acampados entre Bijas y Bocas de Dos Ríos, en la derecha del río Contramaestre.
«Entre los cadáveres se dice está el de José Martí. Se declara que su cuerpo ha sido identificado sin lugar a dudas.
«Algunos prisioneros dicen que Máximo Gómez y Estrada, o fueron muertos o heridos. Sus cadáveres no han sido hallados.
«Ha sido enviado un médico desde Santiago para embalsamar el cadáver de Martí. Será llevado a Santiago para que la gente pueda verlo y no existan dudas de que fue muerto».
23 DE MAYO EN CUBA
El médico cubano Aurelio de Valencia y Forms llegó a Remanganagua, procedente de Santiago de Cuba, con la misión de comprobar la identidad de los restos de Martí y embalsamarlos para enviarlos a la capital oriental. Allí, el humilde carpintero Pedro Ferrán Periche y su ayudante fabricaron un tosco féretro con una ventana de cristal, en que se depositarían los restos del Apóstol.
EN LA JORNADA SIGUIENTE…
Cuando marchaba rumbo a Remanganagua, adonde llegó al caer la tarde, la columna del teniente coronel Michelena, encargada de trasladar los restos de Martí a Santiago de Cuba, fue hostigada y tiroteada por fuerzas mambisas, con el propósito de recuperar el cadáver de Martí.
Al pasar por un lugar conocido como Orqueta de San Francisco, los españoles encontraron, en un hospital mambí abandonado, un ataúd forrado de negro con clavos de metal plateado, en el que colocaron los restos de Martí.
MAYO 25, NUEVA YORK
New York Herald, mayo 25, Santiago de Cuba.– «La noticia de la muerte de José Martí, jefe de los insurrectos cubanos, ha sido confirmada aquí por los oficiales españoles. El coronel Sandoval le trajo al Capitán General Campos el reloj y los documentos privados hallados sobre el cadáver de Martí antes de su enterramiento en Remanganagua.
MIENTRAS, EN CUBA…
El día 25, con el rumor de que los mambises acechaban la columna, el teniente coronel Michelena partió con rumbo a Palma Soriano, transportando el ataúd con los restos de Martí. Para mayor seguridad de la tropa, abandonó el camino real y tomó por otras rutas. No obstante las medidas defensivas tomadas, dos veces la columna fue atacada por fuerzas mambisas al mando de Quintín Bandera, quien no pudo detenerla, por la superioridad del enemigo en armas y en hombres.
26 DE MAYO
Al amanecer del día 26 salió la columna del teniente coronel Michelena de Palma Soriano con rumbo a San Luis, desde donde se trasladarían los restos de Martí, por tren, a Santiago de Cuba. De nuevo Quintín Bandera con sus fuerzas los tiroteó, pero al recibir refuerzos la columna española, tampoco en esta ocasión pudo cumplir con su objetivo de rescatar el cadáver del Apóstol.
Al llegar la columna a San Luis, trasladaron el sarcófago a la estación del ferrocarril Sabanilla-Maroto, y en un vagón de carga agregado al tren de Santiago de Cuba, y custodiado por 81 soldados, transportaron el cadáver del Apóstol rumbo a la capital oriental, adonde llegó alrededor de las seis de la tarde. Al caer la noche lo llevaron para el cementerio de Santa Ifigenia, que permaneció custodiado por soldados españoles.
DÍA 27 EN NUEVA YORK
New York Herald, mayo 27, La Habana.– Partes recibidos aquí desde Santiago de Cuba informan que el cadáver de Martí llegó desde Remanganagua y fue enterrado a las ocho de la mañana.
DÍA 27 EN LA ISLA
En la mañana de ese día, el médico cubano Joaquín Castillo Duany y su compatriota Antonio Bravo Correoso solicitaron y obtuvieron de las autoridades españolas identificar los restos de Martí, antes de proceder a su enterramiento, lo que hicieron en presencia de otras personas y del capitán español Enrique Ubieta, quien se declaraba amigo de Martí. Una vez reconocido el cadáver, Castillo Duany dijo a los presentes: «No hay duda alguna, es Martí».
Más tarde, los restos del Apóstol fueron depositados en el nicho 134 de la galería sur del cementerio de Santa Ifigenia.
El 2 de junio, Ricardo Muñiz, el enviado de Quesada, le envió desde Santiago de Cuba este escueto mensaje: «Elisa grave». Que confirmaba la muerte de Martí.
En Nueva York, el 17 de junio de 1895, el periódico Patria publicó esta «nota de última hora»: «Al entrar en prensa el presente número recibimos la cruel certidumbre de que ya no existe el Apóstol ejemplar, el maestro querido, el abnegado José Martí».
Su muerte ocurrió como muchos años atrás la había previsto: «moriré de cara al sol», y privó a su Patria de su voz insobornable y decidida, de su acción tan necesaria para mantener en pie de lucha a todos los cubanos para lograr la independencia del yugo español. Nos legó, entre otras virtudes, su ejemplo como revolucionario, y su pensamiento antimperialista que hasta hoy nos guía.
Tomado de Granma