Mayo, 2024.- Se cumplen hoy 151 años de la caída en combate, en los campos de Jimaguayú, del Mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz, destacado oficial del Ejército Libertador, cuyas hazañas trascendieron las inmensas llanuras camagüeyanas y a quien José Martí denominó “Diamante con alma de beso”.
Defensor a toda costa de continuar la lucha armada para independizar al país, en la reunión del Paradero de Minas se opuso rotundamente a la rendición y neutralizó la maniobra contrarrevolucionaria, al afirmar “Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan. Cuba no tiene más camino que conquistar su redención arrancándosela a España por la fuerza de las armas”.
Integrante de la delegación camagüeyana en la Asamblea de Guáimaro fue uno de los redactores de la primera constitución mambisa y resultó elegido representante a la Cámara, cargo al que renunció en abril de 1869 para asumir la jefatura militar de la división Camagüey.
Y años después, cuando un grupo de pusilánimes pretendía convencerlo para que Agramonte aceptara lo que ellos consideraban “una capitulación honrosa” y ponían en dudas la posibilidad de luchar por la escasez de pertrechos, aseguró que lucharía “¡Con la vergüenza!”, y montando en su corcel, seguido de su escolta, retornó a la manigua.
Educado en los mejores colegios, hijo de una familia acomodada, admirado por su talento y señorío, el joven abogado tuvo un rápido e impetuoso ascenso político que declinó para asumir la vida militar y puso en pie el territorio de Camagüey con importantes acciones donde sobresale el Rescate del brigadier Julio Sanguily.
En su tropa, confraternizaban el hacendado y el antiguo esclavo, el artesano y el jornalero, el intelectual y el campesino, blancos, mulatos, negros e incluso chinos; varios internacionalistas, entre ellos el neoyorquino Henry Reeve, El Inglesito, combatieron bajo su mando.
Sobre Ignacio Agramonte afirmó José Martí “Sin más ciencia militar que su genio, organiza la caballería, rehace el Camagüey, mantiene en los bosques talleres de guerra, combina y dirige ataques victoriosos”.
Para otro grande de la Patria, el Generalísimo Máximo Gómez, con la muerte del Mayor “Cuba perdió a uno de sus más esforzados hijos y el Ejército a uno de sus más entendidos y valientes soldados”
