Abril, 2024.- Hace pocas horas los delegados de la Asamblea Municipal del Poder Popular, reunidos en sesión ordinaria en Florida, analizaban el tema de la actual zafra azucarera, y lo dicho allí, con mayor o menor certeza, dejó un mal sabor de boca y múltiples interrogantes para un territorio con vasta cultura de vida, economía y trabajo en el sector cañero-azucarero.
Créanme que los números expuestos son para desvelar a más de uno, si se tiene en cuenta el peso de la agricultura cañera en un municipio, donde existen dos centrales azucareros, 17 unidades productivas y establecimientos dedicados al fomento de la gramínea, casi igual número de comunidades rurales vinculadas a esta esfera y miles de trabajadores y familias dependientes de los ingresos y resultados de la referida agroindustria.
Una contienda que al cierre del mes de abril solo reporta un 20 por ciento de cosecha de la materia prima prevista a moler este año, sea cual fuere la causa, significa un golpe demoledor para las finanzas de las cooperativas, y pone en peligro la continuidad de cualquier programa de recuperación a corto plazo.
La lluvia y la humedad, casi siempre las principales enemigas de la zafra azucarera, se limpiaron el pecho en la actual campaña y dejaron el camino abierto en todo el periodo para el corte mecanizado.
En esta ocasión, frente a las limitaciones del país, la culpa, la maldita culpa del presente descalabro en la zafra floridana, parece alejada del territorio y va a parar a los molinos del central Carlos Manuel de Céspedes; choca con la falta de piezas, combustibles y lubricantes; se paraliza ante las discapacidades del transporte y muere a los pies de las dificultades impuestas por el bloqueo económico imperialista.
Pero todo lo dicho hasta aquí es parte de la biopsia a un enfermo que dura, preocupa e impacta bastante en la vida socioeconómica local; las respuestas a las siguientes preguntas son lo más importante ahora:
¿Cuánto se está haciendo ya para mantener la vitalidad de las entidades cañeras y la estabilidad en los asentamientos de ese tipo? ¿Quién, o quiénes deberían priorizar el trabajo político-ideológico para explicar a la gente en la base productiva la importancia de no rendirse y continuar la batalla para salir adelante? ¿Cómo se impulsan y fiscalizan allí las alternativas de resiliencia y sostenibilidad? ¿Cuál será la estrategia para amortizar créditos bancarios ante la falta de liquidez de los deudores agroazucareros?
Los informes son eso: informes; sus datos alertan, alarman, indican tendencias; pero al toro de la producción cañero-azucarera y de atención a la zafra en Florida es preciso, más que nunca, tomarlo por los cuernos, apartarlo del camino del deshuese y conducirlo con buen tino hacia el rumbo de la salvación, la esperanza y la convicción de que se puede salir adelante y vencer.