Madrid, 25 abr.- Cinco largos días marcan hoy la vida política de España, donde una pausa anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tendrá en vilo al país hasta el lunes.
Sorpresivamente, hace algunas horas Sánchez difundió una carta en su red social X (antiguo Twitter) en la que deslizó la posibilidad de dimitir. La razón principal, los ataques desmedidos a su entorno familiar, con su esposa, Begoña Gómez, en primer plano.
Sí vale la pena seguir o estamos contigo, son las frases de los últimos instantes por parte del ex jefe de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y la actual vicepresidenta primera, María Jesús Montero.
Será el lunes cuando defina su posición la cual, de momento, nadie se atreve a anticipar.
Aunque conocido por su permanente espíritu de resiliencia y su mística de animal político, como lo reconocen en España, sin embargo, por primera vez afloró un punto débil en Sánchez.
Tras preguntarse si merece la pena seguir soportando esta situación de una andanada de ataques que llegaron a su familia, al autor del libro Manual de resistencia se le vio visiblemente contrariado.
Se refería a la denuncia contra su esposa, Begoña Gómez, por supuesta corrupción, interpuesta por una organización de ultraderecha llamada Manos Limpias, sin pruebas contundentes. El propio sindicato admite este jueves que tal vez carece de evidencia reales en el caso.
Empero, aun conociendo la calaña del grupo acusado en el pasado de oscuros manejos financieros y alianzas con la extrema derecha internacional, un juzgado de Madrid abrió una investigación contra Gómez por la supuesta comisión de delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
El pronóstico de analistas consultados por diferentes espacios de tertulias política como La Hora de la Uno de TVE o Espejo Público de Antena 3, es reservado. La lógica diría, por el estilo de Sánchez, que seguirá al frente del Palacio de la Moncloa, pero es evidente que “disparar contra su mujer” toca fibras muy sensibles, coincidieron.
La derecha, encabezada por el líder del conservador Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, no tuvo contemplaciones y calificó el paso de Sánchez de “victimización, en lugar de dar la cara ante los problemas de corrupción de su Gobierno”.
Lo mismo hizo la ultraderecha de Vox, mientras en las filas de la izquierda, centroizquierda y socios eventuales de Sánchez, terminaron por ofrecerles sus respaldos.
Sánchez publicó sus comentarios en X y un rato más tarde se reunió en el Palacio de la Moncloa con varios miembros del Ejecutivo y dirigentes socialistas para intercambiar puntos de vista sobre la situación.
A la pregunta que se hizo de si vale la pena seguir, el propio Sánchez se respondió: no lo se, necesito parar y reflexionar. Señaló que lo hablaría con su esposa, de quien se manifestó estar ‘profundamente enamorado».
‘Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor’, precisó Sánchez.
Claramente, el PP se valió de lo ocurrido para distraer la atención del expediente judicial contra Alberto González Amador, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, figura importante de la derecha española.
González Amador, según fuentes judiciales, se declaró culpable y aceptó pasar ocho meses de cárcel y pagar medio millón de euros a Hacienda, en un escándalo por manejos y ventas fraudulentas de mascarillas sanitarias durante la pandemia.
La situación es tan compleja, que Sánchez no pudiera en estos momentos convocar a elecciones generales. Para ello debería esperar al 29 de mayo.
Si dimite, asumiría la vicepresidenta Montero, aunque en un escenario que a todas luces se enrarecería aún más hasta la realización de los comicios.
Tomado de Prensa Latina
