Florida, 9 abr.- El 9 de abril de 1958, justo a las 11 de la mañana y sin previo anuncio, una canción de moda comenzó a escucharse simultáneamente en varias emisoras de radio nacionales, y tras un breve silencio, las notas iniciales del Himno Invasor fueron el preludio para la arenga: “Atención cubanos, es el Movimiento 26 de Julio, llamando a la Huelga General Revolucionaria. Adelante cubanos, desde este momento se comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la dictadura”.
A partir de ese momento se luchó y murió en toda Cuba; en la capital, un grupo de luchadores clandestinos asaltó la Armería de la calle Mercaderes y al fracasar esta acción, todo el plan concebido para La Habana Vieja se vino abajo por falta de armas, pero en el Cotorro y Guanabacoa los jóvenes derrocharon coraje.
En Sagua la Grande los revolucionarios prácticamente tomaron la ciudad; también hubo acciones de envergadura en Camagüey, Matanzas y Santa Clara, al tiempo que en Oriente se logró una acertada combinación de las fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad, que incluyó el ataque al cuartel de Boniato por las milicias bajo el mando de René Ramos Latour.
En el municipio de Florida los militantes del Movimiento 26 de Julio también respondieron al llamado de Huelga General emitido por la dirección de esa organización en las ciudades y, además del paro de algunas actividades productivas y sociales, regaron grapas en la Carretera Central.
Los empleados de los bancos Continental y Núñez se ausentaron al trabajo; las empleadas de la compañía telefónica abandonaron sus puestos y desde los estudios de Radio Trópico (antecesora de la actual emisora local) los trabajadores impidieron con artimañas que se transmitiera la programación habitual.
En el central Ignacio Agramonte, aunque el M-26-7 y las demás organizaciones revolucionarias trabajaron en los preparativos de la huelga, no lograron suspender todas las labores por la intervención del ejército; pero en la industria un sabotaje paralizó la molienda y ocasionó pérdidas a la compañía; por su parte el Centro Educacional Integral (privado) también se sumó al paro y se mantuvo cerrado por seis días, pues su director, el maestro y periodista, Ricardo Ayala, tuvo que esconderse huyendo de la represión.
El balance de esa jornada de lucha revolucionaria reportó la muerte de más de 100 valerosos jóvenes víctimas de la feroz cacería lanzada por las fuerzas de la tiranía, entre ellos Marcelo Salado Lastra.
