Una serie de documentos filtrados y publicados en la plataforma Substack revela la existencia de una amplia red de censura global orquestada por influyentes personas de Estados Unidos y el Reino Unido.
Los informes, proporcionados por un denunciante, detallan el desarrollo de programas de censura digital, la participación de agencias militares e de inteligencia, y las tácticas utilizadas para censurar y difundir propaganda. La Liga de Inteligencia sobre Amenazas Cibernéticas (CTIL) es parte de esta red y colabora con más de 100 agencias gubernamentales y organizaciones no gubernamentales para imponer la censura en las redes sociales.
Los documentos revelan que la CTIL fue establecida en 2019 por contratistas militares e de inteligencia de EE.UU. y el Reino Unido, bajo el liderazgo de la exinvestigadora de defensa británica Sara-Jayne ‘SJ’ Terp. Esta organización se asoció con la Agencia de Seguridad de la Información y Ciberseguridad (CISA) del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. en la primavera de 2020.
Los autores de los documentos señalan que el desarrollo de esta red de censura comenzó incluso antes, en 2018, y se refieren a ella como el “Complejo Industrial de la Censura”.
Además de la censura, la CTIL se involucró en operaciones ofensivas para influir en la opinión pública. Los documentos revelan tácticas como promover “contramensajes”, apropiarse de “hashtags”, diluir mensajes desfavorables, crear cuentas de títeres e infiltrarse en grupos privados.
Los miembros de la CTIL eran seleccionados cuidadosamente y se les preguntaba si tenían experiencia previa en operaciones de influencia. Algunos empleados gubernamentales, incluido un exmiembro del Departamento de Seguridad Nacional, estaban involucrados en la organización.
Según el denunciante, el objetivo final de la CTIL era convertirse en parte del Gobierno. La asociación con la CISA demuestra que este objetivo se cumplió, ya que hubo intercambio de información entre ambas organizaciones. Chris Krebs, entonces director de la CISA, confirmó esta colaboración en abril de 2020.
El enfoque del CTIL hacia la “desinformación” fue mucho más allá de la censura. Los informes muestran que el grupo participó en “operaciones ofensivas para influir en la opinión pública, discutiendo formas de promover ‘contramensajes’, apropiarse de ‘hashtags’, diluir mensajes desfavorables, crear cuentas de títeres e infiltrarse en grupos privados que requieren invitación”.
Los miembros del CTIL fueron seleccionados cuidadosamente, utilizando encuestas que incluían preguntas como: “¿Ha trabajado anteriormente con operaciones de influencia (por ejemplo, desinformación, discurso de odio, otros daños digitales, etc.)?”.
También se requería especificar si esas operaciones incluían «medidas activas” y “operaciones psicológicas”.
Aunque algunos testigos afirman que el organismo estaba formado por personas ajenas al poder, los documentos sugieren que empleados del Gobierno eran precisamente “miembros comprometidos” del CTIL. “Una persona que trabajó para el DHS [Departamento de Seguridad Nacional], Justin Frappier, fue extremadamente activa en el CTIL, participó en reuniones periódicas y dirigió capacitaciones”, señala el texto.
Según el denunciante, el objetivo final del CTIL era pasar a formar parte del Gobierno. “En nuestras reuniones semanales, dejaron claro que estaban construyendo estas organizaciones dentro del Gobierno federal”, indicó. Su asociación con la CISA demuestra que esa meta finalmente se logró. “Se trata realmente de un intercambio de información”, dijo en abril de 2020 Chris Krebs, entonces director de la CISA.
Los informes presentaron “una imagen clara de un esfuerzo altamente coordinado y sofisticado por parte de los Gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido” para extender ampliamente no solo la censura nacional, sino también intervenir en el extranjero. “En cierto momento, Terp hizo referencia abiertamente a su trabajo ‘en segundo plano’ sobre cuestiones de las redes sociales relacionadas con la Primavera Árabe”, señalan los autores del artículo.
El denunciante afirma que entre 12 y 20 personas activas involucradas en el CTIL trabajaban en el FBI o la CISA mientras el organismo seguía creciendo a un ritmo acelerado. En 2020, tan solo en cuestión de un mes, desde mediados de marzo hasta mediados de abril, reunió a “1 400 miembros examinados en 76 países que abarcan 45 sectores diferentes”.
Los fundadores del CTIL enfatizaban en cada oportunidad que “eran simplemente voluntarios motivados por el altruismo”. Sin embargo, los líderes no dejaban de avanzar hacia el apoyo a la censura entre las instituciones de seguridad nacional y ciberseguridad. “Con ese fin, buscaron promover la idea de ‘seguridad cognitiva’ como justificación para la participación del Gobierno en actividades de censura”, reza el texto.
Tomado de Cubadebate