Florida, 20 nov.- La nueva Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional, conocida también como Ley SAM, presupone el acceso del 100 por ciento de los cubanos a una alimentación estable, sana y variada que garantice las demandas de proteínas, grasas y carbohidratos necesarios para mantener una vida activa y saludable.
Sin embargo, ahora mismo los diversos y complejos los fenómenos que conspiran contra el referido propósito, cuando es una realidad la baja disponibilidad de numerosos renglones del agro necesarios para el importante balance nutricional y el precio excesivo y hasta inalcanzable, muchos de ellos entramados en la reventa y la especulación.
En honor a la verdad, no son pocas las familias limitadas o impedidas de acceder, de manera regular, a la compra y consumo de verduras y vegetales frescos si se conoce que dos buenos tomates pueden llegar a costar unos 500 pesos y un pepino mediano alrededor de 70, mientras que un pequeño mazo de habichuelas o algunas hojas de lechuga se mueven entre los 50 y 80 pesos.
Sin duda todo un atentado contra la mesa y la dieta del pueblo trabajador de menor ingreso; un lujo para los salarios de mayor jerarquía y una alternativa pensada casi únicamente para los más ricos que no siempre se incluyen entre los más laboriosos del tejido social.
Pero regreso al tema central, casi convencido de que solo con el incremento acelerado de las producciones agropecuarias en todas las formas de gestión agrícola será posible democratizar nuevamente el acceso cotidiano a vegetales, hortalizas y legumbres en cada hogar, sin que haya que desembolsar para ello más de la mitad de un salario medio.
Mientras llega ese momento, la agricultura urbana, suburbana y familiar se convierte en la mejor aliada popular, aprovechando cada pedazo de tierra en patios y solares yermos para la siembra y cosecha de alimentos de ciclo corto con el objetivo de recuperar el imperio de la ensalada y sus vitaminas en el plato de los niños, enfermos y ancianos que tanto las demandan.
Sin duda la batalla es de todos y corresponde también a los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, a los delegados del barrio y las estructuras sobrevivientes de la Granja Urbana liderar ese movimiento de pueblo en defensa de la salud nutricional con el aprovechamiento de patios y parcelas para el cultivo de alimentos en cada lugar.
Ninguna calabaza, ningún tomate, ningún condimento y ninguna lechuga o acelga tendrán mejor sabor que los plantados y cosechados con nuestras propias manos, sin hablar del ahorro financiero, lo digo con vasta experiencia.
No pierda tiempo entonces, y decídase hoy mismo a sembrar su pedacito de tierra, no importa el tamaño, en solo unas semanas me hablarán de resultados.