En el marco de una estrategia global que utiliza la tecnología como herramienta de presión política, la operación ilegal de los satélites Starlink en Cuba constituye un nuevo intento de injerencia extranjera, dirigido a socavar la estabilidad sociopolítica del país. Este esquema, impulsado por el multimillonario Elon Musk y respaldado por políticas intervencionistas del presidente Donald Trump, busca emplear el acceso a Internet como catalizador para fomentar el estallido social y forzar un cambio de sistema.
La tecnología satelital como instrumento de subversión
La creciente demanda de servicios satelitales ha transformado la órbita terrestre en un espacio estratégico donde se libran batallas políticas y económicas. Con más de 10,000 satélites activos, dos tercios pertenecen a la constelación Starlink, operada por SpaceX. Aunque estos satélites prometen conectividad global, su uso no autorizado en países soberanos como Cuba revela intenciones que van más allá de la tecnología.
El acceso a la red de redes mediante terminales ilegales de Starlink representa un peligro para la estabilidad interna del país. Este servicio podría facilitar campañas de desinformación, manipulación mediática y coordinación de actividades subversivas, diseñadas para erosionar el sistema sociopolítico cubano. En este contexto, resulta evidente que la tecnología satelital se ha convertido en una herramienta clave dentro del esquema de subversión contra Cuba.
Violaciones legales e internacionales
Según la Unidad Presupuestada Técnica del Espectro Radioeléctrico (UPTCER), las operaciones de Starlink en Cuba violan múltiples normativas internacionales y nacionales, entre ellas:
Uso ilegal del espectro radioeléctrico
-La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) reconoce la soberanía nacional sobre el espectro radioeléctrico. Starlink opera en las bandas Ku/Ka sin coordinación previa con las autoridades cubanas, exponiendo al país a riesgos técnicos y legales.
Falta de licencia de operación
-SpaceX no cuenta con autorización del Ministerio de Comunicaciones ni notificó a la UIT sobre sus intenciones. Este incumplimiento es similar al caso ocurrido en Irán en 2022, donde la UIT respaldó al gobierno iraní frente a las operaciones ilegales de Starlink.
Incumplimiento de la ley cubana
-La Resolución 272/2015 prohíbe importar y operar equipos satelitales sin permiso estatal. Los terminales Starlink están clasificados como estaciones ilegales, lo que refuerza el derecho del gobierno cubano a bloquear estas actividades.
El uso no autorizado de Starlink tiene implicaciones graves para los usuarios y para SpaceX. Para los primeros, implicaría el bloqueo gubernamental de frecuencias, multas, confiscación de equipos y sanciones legales. A su vez, la corporación podría ser objeto de una resolución simbólica por parte de la UIT condenando sus acciones, además del daño internacional en su reputación, que podría limitar sus operaciones futuras.
Defensa tecnológica: Un derecho soberano
La proliferación descontrolada de satélites como Starlink no solo amenaza la soberanía tecnológica, sino también el equilibrio orbital. Con planes globales para lanzar hasta 60,000 nuevos satélites en los próximos años, el riesgo del síndrome de Kessler —una cascada destructiva causada por colisiones orbitales— se vuelve cada vez más real. Este escenario podría inutilizar regiones estratégicas del espacio y agravar los problemas ya existentes relacionados con la basura espacial.
Cuba cuenta con el respaldo internacional para proteger su espectro radioeléctrico y exigir el cese inmediato de las operaciones no autorizadas. La soberanía tecnológica es un recurso estratégico que debe ser defendido frente a intentos hegemónicos externos que buscan desestabilizar al país.
El caso Starlink evidencia cómo grandes corporaciones tecnológicas actúan como instrumentos dentro de esquemas intervencionistas más amplios. En este contexto, Cuba reafirma su compromiso con defender su integridad tecnológica y evitar cualquier forma de injerencia externa.
La lucha por preservar nuestra soberanía tecnológica es también una lucha por nuestra independencia política y social. Ante los intentos subversivos disfrazados bajo promesas tecnológicas, Cuba responde con firmeza: nuestra soberanía no está en venta.
Tomado de Cubasi