Luanda (Prensa Latina) En solo unos meses, el comandante cubano Raúl Díaz-Argüelles (1937-1975) se ganó el corazón de Angola, tierra donde dio sus últimos combates por la libertad antes de pasar a la inmortalidad, un 11 de diciembre hace 50 años.
- diciembre 11, 2025
- 00:16 ( UTC -05:00 )
Por Karina Marrón González
Corresponsal jefa en Angola
Decir su nombre en este país es sinónimo de héroe y también de amistad, pues quien fuera el primer jefe de la Misión Militar Cubana aquí ha devenido en símbolo de los más de 300 mil hijos de la nación caribeña que lucharon codo con codo por preservar la independencia angoleña y la integridad de su territorio.
Díaz-Argüelles llegó a Angola en agosto de 1975 para sentar las bases de la cooperación militar solicitada por el líder del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), Agostinho Neto.
Bajo el nombre de Domingos da Silva y cumpliendo con el encargo del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, su labor fue intensa para lograr, en un corto periodo de tiempo, la preparación de miles de combatientes de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (Fapla).
Ante las amenazas desde el norte y el sur que ponían en riesgo la declaración de independencia, los angoleños requerían formación para enfrentar a ejércitos regulares como el zairense y el sudafricano, a lo cual contribuyó un grupo de 429 oficiales cubanos que participó en la creación de centros de instrucción militar.
El comandante Díaz-Argüelles trabajó incansablemente en ello, y también en el reconocimiento del terreno y la preparación para enfrentar las agresiones que sobrevinieron después.
Los oficiales retirados del Ministerio del Interior de Cuba, coronel Leopoldo Sánchez y el mayor Osmar Rodríguez, quienes estuvieron bajo sus órdenes, cuentan que conocía cada río, cada camino y cada pueblo de este país.
Podía describir el terreno, dar una indicación y siempre llegabas al lugar, aunque no tuvieras un mapa, afirmaron a Prensa Latina.
No en balde, el exministro de Defensa de Angola Iko Carreira afirmó que la victoria en la Batalla de Ebo, que resultó decisiva, se debió sobre todo a Díaz-Argüelles, quien pasó a ser una leyenda en la historia moderna de Angola.
Este año, durante las conmemoraciones por lo 50 años de la independencia, el comandante cubano recibió postmorten la medalla conmemorativa por la fecha, en la Clase Paz y Desarrollo.
Anteriormente, el 21 de octubre del 2024, en la provincia de Cuanza Sur fue inaugurado un hospital que lleva su nombre, en homenaje a quien fuera un gran combatiente por la libertad, como expresó el presidente angoleño, João Lourenço.
El mandatario mencionó su papel en la Batalla de Kifangondo, cuya victoria permitió declarar la independencia nacional el 11 de noviembre de 1975; y la Batalla de Ebo, poco tiempo después de surgir la Angola libre del colonialismo, y que evitó que Sudáfrica avanzara hacia Luanda y se perdiera lo conquistado.
Lourenço significó que Díaz Argüelles, junto a los combatientes angoleños y un contingente cubano pequeño, logró victorias esenciales.
“Es importante y reconfortante para mí ver que, a pesar de haber transcurrido medio siglo de su muerte, el mismo medio siglo de la independencia de Angola, este pueblo lo recuerda y siente admiración y respeto por él”, comentó a Prensa Latina Natasha Díaz-Argüelles, hija del militar cubano, al recibir la medalla en su nombre.
HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE
Raúl Díaz-Argüelles nació en La Habana el 14 de septiembre de 1937, estudió en la Riverside Military Academy, en Estados Unidos, de donde se graduó como bachiller en 1953 y, una vez de regreso a la isla, comenzó a estudiar Ingeniería Civil y se involucró en las luchas estudiantiles para derrocar a la tiranía de Fulgencio Batista (1952-1958).
Como parte del Directorio Revolucionario participó en diversas tareas hasta que sustituye a Eduardo García Lavandero como jefe de acción en la capital, y prepara el atentado al ministro de Gobernación Santiago Rey, y el insólito ataque a la 15ta. estación de policía, en Miramar. El 10 de julio de 1958 protagonizó una fuga espectacular de la policía batistiana, al saltar al vacío desde un tercer piso en el Vedado habanero y retirarse del lugar con solo una fractura de tobillo, tras fulminar de un disparo a su perseguidor.
Posteriormente se incorporó a la lucha guerrillera en el Escambray, donde ganó los grados de Comandante, y luego del triunfo revolucionario el 1 de enero de 1959, desempeñó diversas funciones, fundamentalmente en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Fue jefe de información, artillería, de operaciones y de Estado Mayor en varios ejércitos y tropas coheteriles de las FAR, así como responsable de la colaboración militar con otros países, lo que lo llevó a cumplir misiones en Guinea Conakry, Sierra Leona, Somalia y Guinea Bissau.
Fueron esas experiencias y ese valor los que trajo consigo a Angola, y que le permitieron anticipar la victoria frente a los sudafricanos en el sur.
La Batalla de Ebo, que enfrentó a angoleños y combatientes internacionalistas cubanos de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior, contra una columna con aproximadamente un batallón de infantería sudafricano, con abundantes blindados del tipo AML-90 y artillería de campaña, fue esa consagración.
Con pocos hombres tuvieron que defender un frente de 100 millas, lo que provocó movimiento constante de la tropa para poder cubrir las misiones en todo el perímetro, contó a Prensa Latina el coronel Leopoldo Sánchez; en tanto el mayor Osmar Rodríguez relató cómo volaron todos los puentes para frenar el avance.
Los sudafricanos intentaron sorprenderlos y abrirse camino hacia Luanda, pero las fuerzas cubanas y angoleñas conocían sus movimientos y les tendieron una emboscada a milla y media al norte de Ebo, en el camino a Gabela en un puentecito de madera que cruzaba el río Mabasa (estrecho y profundo).
El 23 de noviembre se produjo el momento decisivo, donde los sudafricanos tuvieron entre 80 y 90 bajas, entre muertos y heridos, y perdieron siete u ocho blindados, según fuentes sudafricanas.
Posteriormente, Díaz-Argüelles siguió empujando a los invasores de regreso al sur y en esas acciones perdió la vida el 11 de diciembre de 1975.
El coronel Sánchez, que entonces era segundo jefe de la segunda compañía del batallón de Tropas Especiales y tenía bajo su mando vehículos blindados tipo BRDM y BTR, recordó que la orden del comandante fue avanzar hasta encontrar a los enemigos y “fajarnos con los sudafricanos”.
Él quería ir en la vanguardia, en el primer carro, pero lograron convencerlo de que fuera en el segundo y, según relató Sánchez, cuando encontraron evidencias de minas que habían sido sacadas del terreno, indicó continuar.
“Pasamos por el camino y cuando iba como a 100 metros siento la explosión a mis espaldas. Yo tenía la experiencia de la guerrilla e identifico el sonido de la explosión, que es diferente al del mortero o al de otro tipo de armamento”, explicó.
Intentos para comunicarse, el regreso al lugar y el encuentro con lo más temido, la mina había destrozado la BTR donde viajaba Díaz-Argüelles. El compañero Félix Delgado Oliveros ya estaba allí, y junto a otro cubano hicieron los esfuerzos para sacarlo del blindado, moverlo en un jeep y procurar tratamiento médico, pero el daño fue muy grande, pues se trata de “un carro bastante ligero y una mina antitanques es cosa seria”, lamentó Sánchez.
Dos horas después, el comandante falleció producto de las heridas. Su cuerpo fue trasladado a Ebo y después a Luanda, donde sus restos fueron sepultados casi en secreto, bajo el nombre de Domingos da Silva, en un pequeño campo santo.
La bandera que cubrió su féretro en el corto velatorio hecho en el aeropuerto, fue guardada por una cubana, que la hizo llegar a su hija Natasha, quien el pasado 1 de octubre la donó al hospital de Cuanza Sur, que lleva el nombre del combatiente.
Raúl Díaz Argüelles descansa hoy en su amada Cuba, pero en el cementerio Alto de las Cruces, el segundo donde estuvieron sus restos, un túmulo con su nombre verdadero y su nombre de guerra en este país, se ha convertido en sitio de peregrinación obligada para cada cubano que llega a Angola.
Ascendido póstumamente en 1976 al grado de general de brigada, recibió también post mortem el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba, la Orden “Máximo Gómez” de Primer Grado y la Agostinho Neto, esta última entregada por el presidente Lourenço en La Habana, en 2019.
Tomado de Prensa Latina

