Noviembre, 2025.- Tras el paso devastador del huracán Melissa por el oriente cubano la calma que se respira en el municipio Florida no es sinónimo de pausa, sino de la urgente necesidad de reconstruir. Y esa reconstrucción, la más vital para cualquier sociedad, comienza en las aulas.
La reanudación de las clases en todos los niveles educativos este lunes se erige como el símbolo más potente de normalidad y resiliencia. Cada escuela abierta es un faro encendido contra la adversidad, un espacio donde la rutina se convierte en un bálsamo y el futuro vuelve a dibujarse con tizas y cuadernos.
En este reinicio, la puntualidad de los estudiantes en cada institución adquiere una dimensión disciplinaria. Llegar a tiempo es el primer acto de compromiso colectivo, una demostración donde la familia y la comunidad comprenden que cada hora de clase perdida es irrecuperable, de ahí la importancia de asegurar que el proceso docente interrumpido por las fuerzas de la naturaleza recupere su ritmo y su propósito sin más contratiempos.
Sin embargo, este regreso no sería posible sin el titánico esfuerzo de los maestros, profesores y todos los trabajadores de la comunidad educativa; son ellos, héroes anónimos de esta batalla, quienes han supervisado la habilitación de los planteles y cargan sobre sus hombros la responsabilidad de sanar mediante la enseñanza.
Por todo ello, la continuidad del proceso docente en Florida es un asunto prioritario; es imprescindible que las familias apoyen incondicionalmente este reinicio, los estudiantes valoren el esfuerzo notable detrás de cada aula abierta y que la sociedad en su conjunto reconozca a sus educadores como arquitectos de la esperanza.
Volver a la escuela es más que retomar las lecciones; es reafirmar, ante cualquier desastre, que los educadores jamás se rinden.
