La música llenó el Museo Nacional de Bellas Artes el 21 de agosto, cuando jóvenes creadores de toda Cuba dieron inicio a Jornada por el aniversario 39 de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
Desde entonces, el arte no ha dejado de moverse: exposiciones, debates, dramatizados radiales, nuevos videoclips y documentales han marcado un homenaje donde lo esencial es seguir creando.
La celebración no se limita a las fechas: es también una declaración de principios. Para Yasel Toledo Garnache, presidente nacional de la AHS, estos 39 años son punto de partida.
“Queremos llegar a los 40 con una organización más fuerte, activa y soñadora”, afirma, mientras repasa los desafíos y proyectos que impulsan a la joven vanguardia artística del país.

Yasel Toledo Garnache, presidente nacional de la AHS. Foto: Cortesía del entrevistado.
“Siento mucho orgullo de esta organización, y de todo lo que han hecho las diferentes generaciones de sus integrantes a lo largo del tiempo”, dice Yasel, y enumera con la cotidianidad del que conoce las cifras y los nombres que habitan la vida de la AHS: más de cien eventos —algunos de alcance internacional—, cinco editoriales, veinticuatro sedes, más de cincuenta becas y premios, programas radiales y espacios televisivos, presencia en plataformas digitales y proyectos de cooperación internacional son muestra tangible del camino recorrido.
Para él, la AHS es “una plataforma para soñar, pensar, debatir y crear más allá del arte”. Lo afirma con la convicción de quien ha visto a la organización funcionar como “una especie de familia en toda Cuba, un grupo de amigos unidos por el arte”, donde el trabajo individual se nutre de la colectividad y de la generación compartida.
Esa presencia se materializa en festivales y encuentros que forman el mapa vivo de la Asociación: las Romerías de Mayo en Holguín; el Encuentro Hispanoamericano de Escritores y el de trova Longina en Villa Clara; Atenas Rock en Matanzas; el Festival Internacional de Improvisación Poética Oralitura Habana; y jornadas como la de la Canción Política en Guantánamo.
“Son eventos —dice— que representan la diversidad territorial y expresiva de la AHS”.
Recuerda también certámenes menos mediáticos, pero igualmente imprescindibles: el Taller Antonio Lloga In Memoriam en Santiago, el Almacén de la Imagen en Camagüey, Luna de Invierno en Sancti Spíritus, Pinar Rock, Mangle Rojo en la Isla de la Juventud, entre otros.
De igual modo, destaca el trabajo de las editoriales —La Luz, Sed de Belleza, Reina del Mar, Aldabón y Áncoras— con la producción de libros en papel, ebooks, audiolibros y videolibros.
Además, hace alusión a los premios. Uno de los más distintivos —Maestro de Juventudes— fue entregado hace apenas unos días a figuras imprescindibles de la cultura cubana, como Isabel Monal, Amaury Pérez, Carlos Alberto Cremata, Mirian Ramos, Rafael Zarza, Luciano Castillo, Fernando Hechavarría, Juan González Fife, Roberto Valera, María Elena Llana, y Rafael Lay.
De lo cultural a lo social

Reciente bienvenida a nuevos miembros en el ISA. Foto: Perfil en Facebook de la AHS.
Más allá de la promoción artística, la AHS asume una dimensión social profunda. Esa vocación de servicio, explica su presidente nacional, ha guiado las acciones de la organización en cada territorio, con proyectos que acercan la cultura a las comunidades, abren espacios de pensamiento y defienden la identidad.
“Hay una voluntad de estar donde se necesite. En un barrio, una escuela, una montaña lo mismo llega el teatro que la trova, la literatura o el cine. Esa es la esencia: multiplicar la belleza en cualquier rincón del país”, asegura.
Las filiales provinciales, células y secciones han permitido el protagonismo real de la organización a nivel nacional.
Yasel nombra ejemplos concretos, como las células en Baracoa, Palma Soriano, Contramaestre, Manzanillo, Florida, Trinidad, Jatibonico y en el Instituto Superior de Arte.
“Son espacios para la promoción cultural, el debate, la formación y el divertimento; organizan talleres, cursos y participan en certámenes locales. A pesar de las dificultades, siempre encuentran alternativas para hacer más de lo aparentemente posible”, sostiene.
Esa capacidad de ingenio y creación que permea a la AHS se refleja en el impulso de más de 500 proyectos creativos en los últimos dos años, desde obras audiovisuales hasta montajes teatrales y exposiciones.
El aumento de la presencia en comunidades y universidades y la creación de nuevas becas y premios evidencian un salto cualitativo que sintetizan el espíritu creador de la asociación.
De igual modo, el vínculo con otras organizaciones, como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Unión de Jóvenes Comunistas, la Federación de Estudiantes Universitarios, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, el Movimiento Juvenil Martiano, y la Brigada de Instructores de Arte multiplica oportunidades para que los jóvenes creadores sean cada vez más conocidos por su labor y su vocación de ser útiles.
Casi cuatro décadas y una misma esencia

El apóstol siempre ilumina el camino. Foto: Archivo.
Si se pregunta a Yasel Toledo qué distingue a la juventud creadora de hoy de la de hace dos o tres décadas, su respuesta es puntual: “En lo tecnológico y en las oportunidades hay diferencias, pero el espíritu, el atrevimiento creativo y el afán de innovar se mantienen con mucha fuerza”.
Prefiere centrarse en esa “alma particular” de los jóvenes creadores cubanos, que, según él, hace a la cultura nacional “una de las más especiales del mundo”.
Mirando hacia el futuro, y en clave de preparación para el 40 aniversario, Yasel divisa desafíos concretos: “Que la AHS le sea muy útil a sus integrantes y más allá; que los jóvenes de cualquier sector sientan que esta es la mejor plataforma para ellos; que la organización sea siempre joven, una ‘juventud eterna’ capaz de unir diversidad y vencer obstáculos”.
Sueña con una AHS más grande, que aproveche el talento colectivo en beneficio de la cultura y el país: “Que nuestras sedes sean verdaderos hogares para los miembros y para todos los jóvenes que amen el arte”.
Para Yasel, la organización que lidera es una especie de ser vivo capaz de saltar, correr, criticar, enamorar, seducir y, sobre todo, crear. Es un grupo de amigos para reír y soñar; una familia para no estar solos; una vanguardia que demuestra que las utopías son posibles. Es, puntualiza, “un refugio ante conflictos y tristezas, que nos saca de las zonas de confort y nos lleva al riesgo de mostrar lo que hacemos”.
Esa reflexión condensa la razón de ser de la Asociación: no solo impulsar obras, festivales y libros, sino formar una comunidad que transforme realidades.
“Queremos que todo el pueblo de Cuba se sienta orgulloso de la AHS y sus jóvenes creadores”, dice, y su voz deja entrever una mezcla de responsabilidad, empeño y ternura que define, en esencia, la tarea de una organización que sigue siendo el sueño colectivo de generaciones.
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Tomado de Cubadebate