ZONA CRÍTICA: ¿Boleros para siempre?

ZONA CRÍTICA: ¿Boleros para siempre?

La declaración del bolero como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco puso nuevamente en el centro del debate la importancia de este género dentro del entramado cultural cubano.

Este reconocimiento no responde únicamente a sus cualidades musicales o poéticas, sino, fundamentalmente, a la práctica viva del bolero: su defensa constante por parte de intérpretes, compositores, investigadores y, sobre todo, del público.

Esta dimensión comunitaria es la que verdaderamente garantiza su supervivencia, más allá de galardones o formalidades institucionales.

En la vida cotidiana de los cubanos, el bolero no ha desaparecido. Sigue entonándose en celebraciones familiares, serenatas improvisadas, y tiene presencia en espacios públicos y festivales.

Hay ejemplos concretos que evidencian su resistencia: agrupaciones y solistas que lo incluyen en sus repertorios y proyectos culturales que lo promueven en barrios y centros culturales.

No obstante, la vigencia del bolero no se mide solo por su presencia, sino por la calidad y evolución de esa práctica artística. Un género que no se renueva, corre el riesgo de quedar congelado en el tiempo y convertirse en una pieza de museo.

Por ello, es urgente apostar por el desarrollo de un repertorio contemporáneo, con nuevos creadores que dialoguen con la tradición, sin repetirla mecánicamente.

Hace falta una cantera sólida de cantantes, compositores, arreglistas, repertoristas e investigadores que aporten al bolero.

Sin una oferta diversa y de calidad, no se puede esperar una demanda sostenida, por más que el género forme parte del ADN sentimental de los cubanos.

La práctica profesional del bolero necesita de esa política cultural que apuesta por su dinamismo.

Además, es fundamental que las nuevas generaciones encuentren en el bolero un motivo de interés, de identidad y de orgullo. Para ello, se requiere un trabajo sostenido desde la enseñanza artística, con presencia en las academias y escuelas, así como una promoción atractiva que lo acerque a los jóvenes.

Más talleres en las escuelas. Hay referentes y tradición de base.

El bolero puede y debe seguir siendo parte de la vida diaria de los cubanos, pero su permanencia dependerá de la vitalidad de su comunidad y del compromiso colectivo con su renovación constante.

La memoria, que por supuesto, es importante, no basta: hacen falta, también, talento y voluntad.

Tomado de Cubasi

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