La Habana, 13 ago.- El pensamiento y la imagen de Fidel Castro (1926-2016), su obra palpable en cualquier rincón de Cuba, vuelven a ser recordados hoy en la isla cuando se conmemora el aniversario 99 de su natalicio.
Exposiciones, conciertos, conversatorios, presentaciones de libros y otras iniciativas en homenaje a su figura, han sido habituales por estos días en toda la nación, eventos organizados por diferentes instituciones nacionales y locales.
Sin duda, Fidel es admirado por su pueblo y por la dirección del país. «Somos continuidad», es el slogan enarbolado por el presidente Miguel Díaz-Canel, en clara referencia al interés por mantener la obra y el legado político de la generación que con Fidel alcanzó el triunfo del 1 de enero de 1959.

Las decisiones del líder histórico de la Revolución cubana al frente del país son evocadas a diario en cualquier espacio de conversación o debate público, sobre todo ahora, cuando la nación antillana atraviesa una de sus peores momentos de las últimas décadas.
Para los fidelistas, esas generaciones que han envejecido bajo su influjo, el estratega y visionario cubano tenía soluciones para los más disímiles problemas que podían afectar al país, y si no las tenía, era capaz de convencer de que más temprano que tarde se resolverían.
En su tiempo, una frase común de la población ante cualquier desafío era «hace falta que Fidel pase por aquí». Así decían sus seguidores, convencidos de su capacidad para enfrentar con estrategias certeras lo mismo el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba que el impacto de la desaparición del socialismo en Europa.

El estadista y político cubano escuchaba y se mezclaba con la gente, sufría con sus penurias y escaseces, también sabía vislumbrar y convencer sobre la posibilidad de alcanzar «la luz al final del túnel» en momentos duros, como en los años 90 del pasado siglo durante el llamado Período Especial.
Todavía hoy, a poco de cumplirse nueve años de su muerte, los cubanos lo extrañan, a pesar de que una parte de la población, integrada por adolescentes y jóvenes, no lo vivió como su presidente ni conocieron su mandato.

Para muchas de las personas adultas, que son mayoría en la isla, una de las claves del Comandante en Jefe fue que además de promover el desarrollo nacional de esta pequeña nación del Caribe a niveles insospechados de primer mundo, siempre inspiró empatía, confianza y esperanza entre los cubanos.
Son evidentes los grandes esfuerzos que lleva a cabo la dirección del país por escalar la crisis y salir adelante. Los problemas que padece la nación son muchos y el cerco económico, comercial y financiero de Washington se ha recrudecido como nunca antes.

No obstante, no son pocos los que creen que a Cuba le vendría bien que Fidel, desde donde quiera que esté, le siga echando una mano.
Tomado de Prensa Latina