Julio, 2025.- Este día del año 1800, nace José de la Luz y Caballero, educador por excelencia y formador de conciencias que engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana. Escribió artículos en las publicaciones de su época, libros de texto, realizó traducciones, y compuso discursos.
Su obra más sorprendente fue “Aforismos” notas breves que fue escribiendo durante su vida, datos y observaciones relacionados con todo lo que le llamaba la atención, Pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos; fundó el Colegio El Salvador en enero de 1848, reconocido por la implantación de métodos modernos de enseñanza, en el que puso a disposición de alumnos y profesores su biblioteca particular.
Allí se impartieron clases especiales de Filosofía, alemán y latín a los alumnos destacados; como maestro procuró incluir lo más avanzado en materia de ciencia con la utilización de métodos modernos de investigación, e intentó infundir en sus educandos un sentido de elevación humana; José de la Luz completó la reforma de la enseñanza, iniciada por su tío, el presbítero José Agustín Caballero, y el padre Félix Varela, de quien fue uno de sus brillantes discípulos.
El deber del Maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensaran por sí mismos; su concepción pedagógica consideraba que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y la observación, y que el método experimental, además de ser el único productivo era, también, el verdaderamente analítico y que podía denominarse científico.
Apreciado como figura indispensable en la formación ideológica de toda una generación de cubanos que tendrían un rol significativo en nuestras guerras libertarias contra España; De la Luz y Caballero afirmó: “Antes quisiera ver yo desplomadas, no digo las instituciones de los hombres, sino las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral”.
Su patriotismo caló profundo en los sectores proletarios de la emigración, al extremo que José Martí, en bella semblanza, expresó: “Él, el padre; él, el silencioso fundador; él, que a solas ardía y centelleaba, y se sofocó el corazón con mano heroica, para dar tiempo a que se le criase de él la juventud con quien se habría de ganar la libertad que solo brillaría sobre sus huesos”.