La Casa Editora Abril cumple 45 años. No es poco para una editorial dedicada a la niñez, la adolescencia y la juventud. Y, sobre todo, porque a pesar de las luces enceguecedoras de la modernidad, el periodismo y las revistas, los libros y los libreros, el autor y su obra, las editoras y los editores no se han extinguido.
A veces con viento en contra, a veces en medio de los vaivenes de las mareas, y muchas otras con ayuda de amigos, de todas partes, de todos los estratos y latitudes, ha intentado cumplir su encargo: conquistar a los lectores, dejarles huellas, llegar a la memoria de un país.
Abril siempre ha estado viva, sobre todo cuando el zafarrancho obligó a cerrar filas; es cuestión de amor de su gente, que la sostiene y la hace fulgurar; ha sido el apego de autores que entran y se quedan, y ponen nombre y esplendor.
Mucha de la cosmogonía infantil cubana —y de unos cuantos, etiquetados ya de «adultos mayores»— se ha cimentado con personajes de las historietas hechas en la Casa Editora Abril; varios crecieron a las luces de revistas germinadas o renovadas entre sus paredes: desde la animosa Zunzún a la culta Caimán Barbudo, desde la centenaria Alma Mater a la inquieta Pionero, desde la controversial Somos Jóvenes a la racionalista Juventud Técnica.
En sus barricadas no pocas personalidades de la cultura nacional crecieron, soñaron, y despiertos en las horas de fragor, siguieron soñando. De esas fuentes vivas bebió y también dio de beber «Abril».
Entre sus paredes hoy también sueñan, crecen y se multiplican otras generaciones, cepas que emergen con donaire y van dando brillo a lo que somos, seremos.
Abril se rebela contra toda banalidad y atisbos de pedantería, pelea —no siempre airosa— en tiempos de invasión cultural; porque el cántaro no se rompe de tanto ir, sino cuando pierde el verdadero camino a la fuente.
Así ha sido la Casa Editora Abril y merece que lo siga siendo, gracias a tantos y a pesar de todo; de crisis económicas y pandemias; de los que se fueron y de los que se quedaron, de los que empedraron las buenas intenciones si los caminos no iban para donde rumiaron.
En estas páginas tendrás, sucintamente, una muestra de la mejor parte que hemos labrado. Abre, hojea, mira, lee, opina, objeta, propón, se proactivo y acércate. Nuestras puertas siempre estarán abiertas, real y metafóricamente. Juventud Rebelde