Florida.- El 17 de junio de 1905 dejó de latir el corazón de Máximo Gómez Báez, héroe de la Guerra de los Diez Años y General en Jefe de las tropas cubanas en contienda del 95, el hombre cuya trascendencia en las luchas independentistas cubanas le hizo merecedor del apelativo de Generalísimo y lo distingue, también, como el Quijote de América, similar a Simón Bolívar a quien igualó en genio militar y osadía.
Aunque nació en Baní, República Dominicana, fue declarado ciudadano cubano por nacimiento por su vida entregada a la libertad de Cuba; Máximo Gómez fue el principal estratega de las luchas por la independencia nacional; maestro de la oficialidad del Ejercito Libertador, enseñó a los mambises cómo convertir en arma formidable el machete de trabajo, y durante la guerra de los 10 años fue el primer maestro de las cargas que paralizaban a las tropas españolas en pleno campo de batalla.
Su nombre estuvo asociado a las acciones armadas más importantes del ciclo revolucionario, en las luchas del pueblo cubano contra el colonialismo español; en el esfuerzo por independizar a Cuba, recorrió con audacia e intrepidez sin límites los intrincados montes en busca del “Ayacucho cubano”.
La Campaña Circular, en Camagüey, la Lanzadera, en La Habana, hasta llegar a La Reforma, en Las Villas, hablan de su talento y de la estrategia de guerra que aplicó en Cuba, combatiendo contra un ejército colonial muy superior en hombres y armamentos y con la muerte siempre al acecho.
“Dominicano de nacimiento, cubano de corazón”, era la expresión de José Martí cuando, al referirse al general Máximo Gómez, reconocía la historia de un hombre comprometido con los destinos políticos de la Cuba colonial.