La decisión del gobierno de Estados Unidos de reincorporar a Cuba en la lista unilateral de países que supuestamente no cooperan con la lucha contra el terrorismo es una acción absolutamente fraudulenta, carente de todo sustento legal o ético. Se trata, una vez más, de una maniobra cínica, orientada a presionar y aislar al pueblo cubano con fines políticos, utilizando un tema tan sensible como el terrorismo como arma de chantaje. Washington confirma así que sigue actuando desde una lógica imperial que desprecia los principios básicos del derecho internacional.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, a través de su canciller Bruno Rodríguez Parrilla, denunció esta nueva agresión como un acto de doble rasero. En la red social X, el canciller fue claro al afirmar que la inclusión es una “designación fraudulenta”, ordenada por el secretario de Estado Marco Rubio, a quien calificó como un político conocido por mentir para justificar las políticas más hostiles contra Cuba. Más allá del tono directo del mensaje, lo cierto es que las propias agencias de inteligencia estadounidenses habían admitido en 2024 que no existía evidencia para mantener a la isla en esa lista.
Resulta profundamente hipócrita que el gobierno de Estados Unidos pretenda acusar a Cuba de no cooperar con el combate al terrorismo, cuando es precisamente en suelo norteamericano donde se han organizado, financiado y ejecutado numerosas acciones terroristas contra Cuba, con total impunidad. Como bien recordó el ministro cubano, Washington no solo tolera estos hechos, sino que los encubre, mientras pretende erigirse en juez mundial sin credenciales morales para hacerlo.
Estamos ante un claro retroceso impulsado por la nueva administración estadounidense, encabezada por Donald Trump, que revierte una decisión previa de su antecesor Joe Biden, quien en mayo de 2024 reconoció que las circunstancias habían cambiado y que Cuba no debía figurar en esa lista. Con esta nueva medida, se reactivan mecanismos de hostilidad que afectan directamente al pueblo cubano, entorpecen el comercio y las relaciones internacionales, y alientan una narrativa perversa basada en mentiras repetidas.
Cuba ha reiterado su compromiso con la paz, la cooperación internacional y la lucha contra todas las formas de terrorismo. La lista a la que hoy se le quiere vincular de forma espuria, no es más que un instrumento unilateral, arbitrario y deslegitimado. Tal vez, como ironizó el canciller Rodríguez, sería más útil que Estados Unidos elaborara una lista de políticos corruptos y mentirosos al servicio de intereses espurios. De seguro, ahí encontraría espacio propio más de un autor de esta injusticia.
Tomado de Cubasi