Si uno revisa con detenimiento la larga lista de premios y jurados del Premio Literario Casa de las Américas, encontrará a muchas de las voces más significativas del canon latinoamericano. Desde su creación en 1959, este certamen ha logrado conformar un mapa extraordinario de la creación literaria del continente, en el que confluyen tendencias estéticas, preocupaciones sociales y contextos históricos diversos. No se trata solo de una lista de galardonados, sino de un testimonio del pensamiento y la sensibilidad de las naciones de este lado del mundo.
Una de lqs mayores realizaciones del Premio ha sido dar voz a temáticas que durante mucho tiempo fueron ignoradas o subestimadas por los grandes centros de poder editorial, centros en buena medida, hegemónicos. Esa apertura a lo diverso ha enriquecido el panorama cultural de América Latina y el Caribe, ampliando el horizonte de lo posible y desafiando las visiones unilaterales de estas realidades.
Frente a una industria cultural cada vez más condicionada por la lógica del mercado, el Premio Literario Casa de las Américas ha sostenido una firme apuesta por los valores éticos y estéticos. La literatura no como mercancía, sino como plataforma para la conciencia, como vía de expresión profunda de los pueblos. En ese sentido, el Premio ha estado junto a los procesos sociales más significativos de la región, haciéndose partícipe de los sueños, las luchas, los dolores y las esperanzas de las mayorías.
El Premio Casa ha sido eje de un amplio movimiento cultural que trasciende lo literario. Muchas de las discusiones propiciadas por sus obras ganadoras o por sus jurados devinieron líneas de pensamiento que se articularon como programas de estudio en la propia institución. Ha sido un espacio generador de saberes, de pensamiento crítico, de diálogo con el presente desde la cultura y el arte.
A pesar de los momentos difíciles que ha enfrentado la región (crisis, bloqueos, fracturas institucionales) la vitalidad del Premio sigue siendo incuestionable. Su convocatoria despierta entusiasmo en toda América Latina y el Caribe, y su prestigio permanece intacto. Casa de las Américas continúa marcando un camino, recordándonos que la cultura es también territorio de resistencia, y que la literatura tiene mucho que decir en la construcción de un mundo más justo, más plural y más humano.
Tomado de Cubasi