Marzo, 2025.- Una añeja sentencia proclama que “El desconocimiento de las leyes no exime la responsabilidad individual cuando estas se violan”.
Pero sería bueno también, en las circunstancias actuales del país, demostrar con mayor empuje, y con ejemplos evidentes, que el atropello a la legalidad tiene consecuencias para los ciudadanos y grupos empeñados en quebrantar las normas de obligatorio cumplimiento para todos.
Nada o muy poco ganamos con informar y capacitar una y otra vez a la población y a los actores socioeconómicos sobre las nuevas leyes, decretos y resoluciones aprobados por el Parlamento, el Gobierno y los ministerios en la actual legislatura, si luego de ello la gente sigue apreciando un ambiente de indisciplina, impunidad y descontrol de las problemáticas, espacios y temas incluidos en las normas jurídicas refrendadas por el Estado cubano.
Así se evidencia en Florida, por ejemplo, cuando se analizan los resultados de lo dispuesto en la resolución 111, regulatoria del proceso de bancarización; y se conoce que entidades estatales y cientos de trabajadores del sector privado incumplen sus obligaciones con el banco, violan políticas de formación de precios, se niegan a realizar operaciones de cobro y pago a través de las plataformas digitales y maltratan al cliente, con lo cual se ríen de las leyes y ponen al país contra la pared en el campo financiero.
Llaman la atención, asimismo, los más de 130 ganaderos que en el 2024 no aportaron un solo litro de la leche contratada con el Estado y siguen ahí, en la tierra, como ejemplo maligno para el resto de los agropecuarios que hacen milagros para cumplir lo pactado.
De igual forma se pudiera hablar del relajamiento y la indisciplina en la comercialización de todo tipo de productos, donde cualquier individuo, huyendo del trabajo creador de riqueza común, levanta un timbiriche, saca una mesa para el portal, y por obra y gracia del espíritu santo se convierte en negociante.
Motorinas que van y vienen como locas por la calle, con o sin casco en la cabeza de los conductores, envueltas en ruido y música estridente; coches ilegales que diseminan estiércol por las calles; bafles a todo volumen en lugares céntricos donde se bebe y se fuma, entre otras cosas, mientras los vecinos y trabajadores de un amplio radio alrededor de ese fenómeno reclaman su derecho a la paz y al descanso.
Mucho más peligroso que el propio delito es la imagen de impunidad y falta de respeto a la ley. Lo hemos repetido mil veces y lo reiteraremos de nuevo “lo que se permite, se promueve”, se multiplica y se convierte en flagelo destructor de la moral y las buenas costumbres plantadas por la Revolución y el socialismo a favor de todos.
Martí lo dijo, “El verdadero culpable de un delito no es el que lo comete, sino el que provoca a cometerlo”; en consecuencia, haga cada cual su parte del deber en la cruzada contra lo mal hecho; la indisciplina, la corrupción y la irreverencia en el tema jurídico; arranquemos de raíz la desidia y la burla de la legalidad.
Y que se conozcan y publiquen los hechos y las medidas en este campo para forjar conciencia y sentido de justicia con la certeza de que si lo hacemos así ¡Nada ni nadie podrá vencernos!