Agosto, 2024.- “Lidia, mujer de unos cuarenta y cinco años, era uno de los dueños de la panadería; desde el primer momento ella, cuyo único hijo había pertenecido a nuestra columna, se unió entusiastamente y con una devoción ejemplar a los trabajos de la Revolución”.
Así evoca el comandante Ernesto Che Guevara a Lidia Esther Doce Sánchez, valiente mujer que nació en fecha como esta de 1916 en Mir; desde el cuartelazo del 10 de marzo de 1952 manifestó su rebeldía contra la tiranía batistiana, y al conocer que su hijo se había sumado a la lucha guerrillera decidió sumarse al Ejército Rebelde.
Entusiasta para todas las tareas, y con una devoción particular, la distinguió su audacia sin límite por lo que otros mensajeros eludían su compañía; Lidia llevó y trajo de la sierra importantes mensajes, cumplió las más arriesgadas misiones entre el llano y las montañas, condujo ejemplares del periódico guerrillero El Cubano Libre, medicinas y todo cuanto se le ordenó transportar.
Detenida en La Habana, junto a su amiga y compañera de combate Clodomira Acosta Ferrales, fueron brutalmente torturadas y sin lograr sacarles una palabra, ya moribundas, las metieron en una lancha, en La Puntilla, al fondo del Castillo de la Chorrera y en sacos llenos de piedras las hundían en el agua y las sacaban, hasta que al no obtener tampoco resultado alguno las dejaron caer en el mar donde desaparecieron sus cadáveres el 17 de septiembre de 1958.